Arqueología social para entender cómo era la vida cotidiana de las poblaciones andinas ante el surgimiento de los primeros estados

Este es el objetivo principal de la investigación que desde hace una década lleva a cabo un equipo coordinado por el Prof. Pedro V. Castro-Martínez, de la UAB

Los últimos avances del proyecto se han presentado en el Convegno Internationazionale di Americanistica, en Perugia y en breve se hará lo mismo en otros encuentros científicos internacionales

Cabeza deformada encontrada en el yacimiento El Trigal

Hace entre 2.500 y 2.000 años, la costa sur de Perú registró muchos cambios por lo que se refiere a la relación entre las distintas comunidades humanas que tuvieron que afrontar la aparición de lo que hoy se denomina civilización y el concepto de estado, con todas las transformaciones urbanísticas, económicas y de formas del poder que este hecho comportó. ¿Pero cómo era la vida cotidiana de las mujeres y hombres que se movieron en este escenario, de la gente de a pie que se dedicaba a la agricultura, a la artesanía, a las tareas domésticas, que trabajaba en todas las actividades que hicieron posibles los cambios?

Este es el objetivo principal de la investigación que desde hace una década lleva a cabo un equipo coordinado por el Prof. Pedro V. Castro-Martínez, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), y en codirección con Víctor F. Salazar Ibáñez, en La Puntilla, una sierra situada entre dos ríos, Aja al norte, y Tierras Blancas al sur, que confluyen en la ciudad de Nasca, en la costa sur del Perú. El proyecto también cuenta con la participación de las Dras. Trinidad Escoriza-Mateu, de la Universidad de Almería, y la Dra. Andrea González-Ramírez, de la Universidad de Chile, y con la financiación de la Fundación Palarq, así como del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD), a través de los “Proyectos Arqueológicos en el Exterior” desde el año 2005, y de Proyectos de I+D de la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (MINECO) (HAR2013-44276-P, hasta el año pasado, y HAR2017-86431-P, que se ha iniciado este año, y cuenta con cofinanciación FEDER).

Representación en cerámica de una cabeza cortada.

Se trata de desentrañar las redes que funcionaban en las comunidades existentes paralelamente o con anterioridad a la emergencia del estado, en este caso centrado en Cahuachi, que la arqueología tradicional vincula a las fases tempranas de la denominada “Cultura Nasca”. Se incide en cómo las mujeres y los hombres se desenvolvían habitualmente, cuáles eran sus quehaceres diarios, cómo se distribuían el trabajo y las distintas responsabilidades y qué relación mantenían los diferentes colectivos, en lugar de centrarse únicamente en aquellos elementos singulares y vinculados solamente a ciertos grupos, normalmente los que poseían el poder.

Por todo ello este proyecto es un claro ejemplo de arqueología social aplicada en un contexto en el que surge el estado en los Andes y que ha suscitado cierta polémica por lo que se refiere a sus implicaciones, pues en paralelo a esta emergencia se produce un incremento de manera absolutamente desbordante de la violencia con el fin de imponer el poder, según se deduce de las evidencias obtenidas desde las primeras campañas de excavaciones.

Por este motivo, el equipo de La Puntilla pretende incrementar las excavaciones en extensión hasta conocer de la manera más completa posible los dos yacimientos en que se ha focalizado la investigación desde hace una década: el Cerro de El Trigal y El Trigal III. “Solamente así, conociendo en conjunto las condiciones de vida a partir de todos los espacios y actividades que se realizaban, consideramos que podemos saber qué acontecía en la vida cotidiana”, comenta el Prof. Castro-Martínez.

El área de El Trigal está situada en la zona más árida del planeta, los desiertos costeros del sur del Perú y del norte de Chile, donde se registra el índice menor de pluviosidad de la Tierra. Ahora bien, al lado tiene los Andes, y ahí sí que llueve. Como consecuencia, los ríos bajan con agua y las riberas acogen distintos tipos de cultivo y permiten desarrollar la actividad agrícola. En este contexto, el equipo del Prof. Castro-Martínez ha excavado en los dos yacimientos, junto al río Aja.

De momento, los trabajos ya han aportado datos muy significativos que permiten empezar a vislumbrar algunos de los ejes que caracterizaban a esas sociedades andinas. Así se han podido conocer distintos tipos de edificios y asentamientos, que complementan lo que habitualmente es mejor conocido por su carácter llamativo o monumental, como los geoglifos (las conocidas “líneas de Nasca”) o las grandes construcciones del centro urbano, caso de Cahuachi.

Fragmentos de Spondylus, una concha que ha sido siempre considerada muy valiosa, y cuentas, con fines ornamentales

En cuanto a procesos de trabajo, se han identificado los talleres de fabricación de ornamentos con Spondylus, una concha que ha sido siempre considerada muy valiosa –equiparable al oro en nuestro país- por la lejanía de su procedencia. Es, además, un molusco que únicamente puede vivir en las aguas cálidas de una franja muy pequeña de la costa pacífica andina, que ahora mismo está ubicada en el territorio más meridional del actual estado del Ecuador, a unos 1.700 Km de Nasca en línea recta. Es un producto estrella porque en el período imperial inca, y en algunos momentos previos, se asocia con las aristocracias dominantes de la región, aunque en la época de los asentamientos de El Trigal pudo tener otra consideración.

También cabe referirse a la constatación de los primeros sistemas de arquitectura defensiva en la Costa del Sur del Perú, con murallas que delimitan un gran bastión en Cerro de El Trigal, que era defendido con hondas desde los parapetos, y que probablemente servía de protección a comunidades autónomas frente a la expansión del poder de los estados de otras áreas. Se han sumado miles de proyectiles de honda, un arma consistente en una cuerda no muy larga con una parte más ancha en el medio donde se coloca el proyectil y que se ha asociado a una diversidad de actividades (económicas, agrícolas, ganaderas, la caza…), además de que la puede utilizar cualquier persona, sea hombre o mujer, niño o niña. “Por consiguiente, es un arma muy coherente con una defensa comunitaria de un grupo que no cuenta con una estratificación social clara, de momento, a falta de conocer mejor las unidades domésticas allí localizadas”, matiza el Prof. Castro-Martínez.

Por lo que se refiere a Cahuachi, fue un gran centro político que surgió en el Valle de Nasca dos siglos antes de nuestra era y se convirtió en el eje central de un estado, que desde una perspectiva evolucionista se ha considerado la primera “civilización” de la Costa Sur del Perú. Esto conlleva una expansión y un control territorial de los valles que supondrá el desalojo de los poblados en cerros, como Cerro de El Trigal; se pierde la autonomía comunitaria que habían tenido estos grupos y podemos asegurar la aparición de oligarquías.

Excavaciones en extensión en La Puntilla

Surge entonces una hacienda local con estructuras destinadas a actividades económicas, talleres de fabricación de herramientas, o trabajos sobre conchas de erizos que posiblemente se destinaban a recipientes -dado que allí llegan hasta los 15 centímetros de diámetro-, cerámicas, instrumentos musicales, tumbas, y evidencias de violencia social. En algunos casos se aprecian deformaciones craneanas que son claramente un ejercicio traumático sobre individuos de muy corta edad, con riesgos para la salud de quiénes las sufren que pueden provocar unas deficiencias psicomotrices importantes y, además, es una manera de marcar los individuos y ponerlos en una determinada categoría, que aún no podemos precisar.

En la época de Cahuachi también hay cientos de cabezas cortadas y posiblemente sea una práctica ligada al ejercicio de terror de estado para consolidar un dominio político. También hay desmembramientos, piernas de cuerpos descuartizados, un ejemplo más de agresión sobre los seres humanos. En El Trigal se poseen las evidencias de un individuo muerto por el impacto de un dardo con punta de obsidiana y decapitado. Así pues, se confirmaría la práctica cotidiana de la violencia con la aparición de la primera “civilización”.

Los avances de las investigaciones del proyecto se presentaron hace unos días en el Convegno Internationazionale di Americanistica, en la ciudad italiana de Perugia. En los próximos meses se darán a conocer también en la Reunión de Teoría Arqueológica de América del Sur, en el International Congres of Americanists y en el Annual Meeting of the European Association of Archaeologists.

Blog de la Fundación Palarq (Cinta S. Bellmunt, 15 mayo 2018)