El giro digital en las disciplinas artísticas ha resultado en la progresiva substitución profesional y académica de los instrumentos analógicos por los digitales y las formas de trabajar de las profesiones artísticas se han ido transformando. En tiempos de CHATgtp esta realidad es más apremiante que nunca. El giro digital constituye un proceso de institucionalización de prácticas sociales nuevas: los currículums formativos cambian, los programas informáticos de moda también, y aparecen nuevos productos digitales, en forma de diagramas, modelos y renders.
La pregunta de investigación es: ¿Cómo el giro digital en la formación artística ha cambiado la forma de proyectar, construir e imaginar de los artistas profesionales ya expertos?
Justificación
En las explicaciones tradicionales de la creatividad, el proceso de descubrimiento o “¡Ahá! Moment”, en el que se encuentra una solución científica o artística nueva, es el resultado de la combinación interna de representaciones neuronales y de estados psicológicos motivacionales más o menos atomizados (Muntanyola-Saura, 2020). La inspiración, el genio o el duende impregna la mítica romántica todavía imperando en los imaginarios del mundo del arte. Pero la creatividad es un proceso observable de gestos simbióticos con el entorno, movimientos corporales que tienen sentido en relación con la estructura espacial del mundo (Goodwin, 2004, Margulis, 2007).
Nuestra postura teórica integra las contribuciones interdisciplinares define la práctica artística como un proceso socio-cognitivo de carácter distribuido (Hutchins, 2006), multimodal (Alac, 2005) y corpóreo (Gibbs, 2006). El cuerpo con sus emociones también es una herramienta para la percepción (Noë, 2014). Más allá de la dimensión corpórea de la creatividad, autores como Clark (2008) proponen un tipo de funcionalismo que incrusta la actividad cognitiva en la realidad social. El valor añadido del modelo que presentamos aquí es que parte de una explicación integrada de diversos niveles de análisis sin reduccionismos, incorporando evidencias del nivel neuronal, el psicológico y el socio-cultural.
El modelo integrado del conocimiento distribuido pide no solamente interdisciplinariedad, sino integración vertical de los niveles de análisis: es decir, que los investigadores de un equipo realmente pongan en común su bagaje teórico para definir realidades sociales a partir de los niveles neuronales, psicológicos, culturales y sociológicos. Des de la sociología, la acción significativa weberiana es el marco de referencia para explicar las prácticas artísticas. De la necesidad de comprensión de la acción situada parten las tradiciones de la etnometodología (Garfinkel, 1967), la interacción simbólica (Goffman, 1961), la sociología cognitiva (Cicourel, 1974) y la etnografía (Knorr-Cetina, 1999, Zambylas, 2014). En el campo artístico, la dimensión estructural y estructurante de las trayectorias artísticas legítimas toma fuerza con el campo y habitus artístico (Bourdieu, 1994, 1998), mientras que la perspectiva interaccionista de Becker (1983) localiza socialmente los conceptos de convención y cooperación como base del mundo artístico. Mas recientemente, la sociología francesa del arte consolida una visión pragmática e interactiva de los paradigmas artísticos (Hennion, 2004; Buscatto, 2008; Heinich, 2014),) mientras que autoras de amplia trayectoria académica como De Nora (2014), Wolff (1997) y Alexander (2020) se sitúan en el continuum entre posturas más individualistas y otras estructuralistas, partiendo de la premisa relacional. En continuidad con estas posturas teóricas, y a escala nacional, Arturo Rodríguez Morató y Alvaro Santana Acuña (2022), en su libro recién editado Sociology of the Arts in Action por Palgrave Mac Millan, muestran como España se encuentra ahora en un momento privilegiado por la pluralidad de producciones en sociología del arte de carácter pluri e interdisciplinar.
Así pues, es exactamente en este contexto de crecimiento que este proyecto se ubica.