Se acerca el momento. En pocos días, empezarán a aparecer en las reuniones de equipo docente unos documentos sin padre.
Las célebres Adaptaciones curriculares y Planes Individualizados. Tablas, tablillas y cuartillas donde poner crucecitas que estandaricen lo que vamos a hacer con “los alumnos de diversidad”.
Esos documentos no tienen padre, básicamente, porque los profesores que piensan que eso de la diversidad no va con ellos, pues lo ven como un engorro, y los que pensamos que la diversidad está implícita en todo (y en todos), pues también: no porque no haya que hablar del tema, sino porque hay que hablarlo mejor.
Y entre una cosa y otra, cuando terminemos de hacer los documentos sobre qué vamos a hacer con los “alumnos de diversidad” (en algunos casos, en Abril) nos daremos cuenta que, de hecho, no lo estamos consiguiendo. Que algo se nos escapa de las manos, y que raras veces conseguimos nada relevante. A lo mejor por eso rellenamos papeles, para que tapen el panorama.
Sí. Ya sé. Un comienzo un poco duro. Ya dije antes que lo de los “alumnos de diversidad” no me cuadraba. Por eso creo que valía la pena reclamar otro concepto más positivo de la diversidad, más ambicioso, y más cercano al conocimiento. Así que he aprovechado la oportunidad que me ofrecen amablemente en Cuadernos de Pedagogía de explicarme en la columna Entre los Ganga Wampa de este mes de octubre (2014). Acompañado de Guns’n Roses. Knockin’ on heaven’s door.
Columna “Entre los Umpa Wampa” en Cuadernos de Pedagogía, octubre 2014.
Diversidad, barcos embarrancados y mareas
Algunos enfoques educativos, propuestas razonables en Primaria (seguimiento personalizado, trabajo interdisciplinar…), se convierten en su “traducción” a la Secundaria en un laberinto con altos muros (la distribución por materias) e intrincados vericuetos (más de cien alumnos por profesor, tres horas a la semana) que cartografiamos con documentos que circulan de una comisión a otra, como las adaptaciones curriculares para la atención a la diversidad. Documentos que consignan las dificultades de aprendizaje de algunos alumnos y cómo van a afrontarse pedagógicamente. Crucecitas en frases como “dar más ayudas en el aula”, “apoyo personalizado” o “adaptación de conceptos”, términos abstractos (¿vacíos?) para describir de un modo estándar la diversidad (!) en sus aspectos negativos (!!) de solo algunos alumnos (!!!), sin su participación (!!!!).
Que los docentes evitemos mencionar algo más concreto (producciones del alumno, actividades de aula) solo significa una cosa: estamos desconcertados, no sabemos cómo hacerlo y nos refugiamos en lo abstracto. Alumnos, en tercero de ESO, que no saben sumar. Alumnos que vienen un día sí, una semana no, o que no son capaces de leer lo que escriben. Barcos que un día embarrancaron y que tratamos (?) de liberar con cubos de agua.
Atendidos cada año por profes distintos, acaban, a menudo, “incluidos” en las aulas parapetados detrás de dosieres de insulsos, que no tienen relación con lo que ocurre a su alrededor en el aula, aunque “cuentan” con el “apoyo personalizado” de un profesor multitarea que, con suerte, pasará por su lado al principio y final de la clase. Embarrancados, basando su tránsito por el sistema educativo en obtener el reconocimiento del profesor: “Hoy has trabajado mucho”, “Te has portado muy bien”, en lugar de potenciar sus intereses o de progresar en su emancipación. Necesitamos una marea. Un concepto más rico de diversidad que incluya los intereses y aptitudes de todos los alumnos. Un cambio global que los desembarranque y consiga que no dejen de llamar a las puertas del conocimiento.
“Mama take this badge from me
I can’t use it anymore
It’s getting dark too dark to see
Feels like I’m knockin’ on heaven’s door
Knock-knock-knockin’ on heaven’s door (4)
Mama put my guns in the ground
I can’t shoot them anymore
That cold black cloud is comin’ down
Feels like I’m knockin’ on heaven’s door”
Knocking on the heaven’s door, Guns n’Roses versionando a Bob Dylan.
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