Ritual descrito y analizado por Enric Sirvent y Virginia Fons (2022).

Se localiza en la sala de disección anatómica en la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona.

Breu descripció

Este ritual, recogido en el artículo Exploración de lo humano en la sala de disección (2022), ilustra el proceso de un primer día de práctica anatómica en la sala de disección, de principio a fin. A través de una investigación etnográfica de siete cursos académicos (2005-2012) se ha profundizado en la comprensión de lo que sucede en la sala de disección y de la nueva manera de entender o contemplar el cuerpo cuando los estudiantes de Medicina de la Universidad de Barcelona y de Fisioterapia de la Escuela Gimbernat adscrita a la Universidad Autónoma de Barcelona entran por primera vez.

Categories descriptives

Noción de cuerpo, disección, anatomía, etnografía, antropología médica.

Descripció etnogràfica

La propia vivencia sensorial y emotiva debe ser entendida como un ritual de iniciación, al convertir al estudiante en un iniciado. En el proceso intenso de aprendizaje en la sala de disección, fragmentado en tiempos, se producen quiebras conceptuales hacia el descubrimiento de una noción de sujeto anatómico.

En una primera visita a las ocho de la mañana, en la sala de disección de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, uno se sitúa en el pasillo frente a la puerta de la sala. El amplio y largo pasillo de entrada imita la forma y el color del tablero de ajedrez. En el suelo, grupos de estudiantes de primer curso de Medicina, sentados y provistos de apuntes, láminas y algún tratado de anatomía, esperan la apertura de la puerta. Una antesala, a juego con la frialdad del espacio, en la que los estudiantes se reúnen para, en su primer día, no llegar tarde a su iniciática cita con su primera práctica anatómica. Los rostros reflejan la emoción de enfrentarse, por primera vez, a su objeto de estudio. Parece existir un gran interés ante esta actividad docente, pero se advierte una mezcla de miedo y curiosidad.

A las ocho se abre la puerta y aparece el profesor de anatomía invitando a todos a pasar y tomar asiento. Algunas de las primeras palabras de los estudiantes hacen referencia a las normas que se deben respetar en la sala sobre vestuario —se trabaja con bata blanca—, higiene —hay que lavarse las manos a la entrada y a la salida y ponerse guantes— y criterios éticos —los profesores piden antes de entrar en la sala una actitud de respeto máximo—. Y a partir de este primer instante, una vez en el interior de la sala, el estudiante ya puede observar su contenido. Si bien en aquel momento le impregna un fuerte olor irreconocible de entrada y solo descubre las piezas anatómicas.

La sala de disección se trata de una sala banal, rectangular, con mesas de disección metálicas. Sobre ellas pende un sistema de grifos de lavado a presión para su limpieza. Hay unos treinta taburetes tanto para la práctica como para la observación de las explicaciones. El mobiliario se compone, además, de una piscina para la inmersión de las piezas de estudio, de la que emana un intenso e inconfundible olor a preparados alcohólicos, un tubo de aspiración y una zona de lavado de manos. En uno de los lados se sitúan varias cubetas y, en el fondo de la sala, una pizarra y una pantalla de TV con proyector para las introducciones teóricas. A lo largo de la pared, en grandes estanterías, se expone una multitud de piezas anatómicas sueltas: cráneos, escápulas, brazos, rodillas, pies o columnas. Tras una puerta, a la que solo acceden bedeles y profesores, se encuentra la denominada sala de preparación, que contiene dos grandes recipientes metálicos donde se almacenan partes corporales ya preparadas.

Una vez traspasado el umbral de la puerta, los estudiantes se reparten en dos mesas, cada una dedicada a una parte anatómica del cuerpo, en la que se exponen diversas piezas anatómicas en seco. Mientras el profesor ofrece sus explicaciones, cada grupo observa, con cierto asombro, lo que está expuesto ante sus ojos. Mientras que el brazo esquelético y media cabeza se conceptualizan como piezas de estudio al estilo de las láminas de anatomía, las zonas donde se visualizaban la piel, el ojo o las uñas se identifican con una persona, provocando el desconcierto del grupo.

Pasados unos minutos, mientras los estudiantes escuchan las explicaciones del profesor, van alejándose paulatinamente de su concepción adquirida a lo largo de los años y agenciándose una nueva. El profesor les invita a tocar directamente las piezas —después de haberlas mostrado con sus manos— y pasan dos minutos hasta que el primer alumno la sujeta en sus manos. Lentamente, los estudiantes se van animando. En una mesa, el cráneo pasa de mano en mano y se intercambia por una vértebra cervical aislada. La extrañeza y el estupor inicial van dando paso a una curiosidad extrema por la profundidad anatómica y a un interés por conocer lo anatómico. Algunos empiezan a inspeccionar lo oculto por curiosidad.

En otra mesa, se pasa de sujetar la pieza de la mano, el codo o el hombro, a separar con los dedos las estructuras superficiales para observar las más profundas. En este punto, el silencio inicial da paso a un gran murmullo con comentarios sobre el color de las piezas, sobre la textura y sobre la distribución de las partes. Por arte de magia, las partes expuestas como piezas de un cuerpo sin vida ya no sorprenden. La tensión del primer momento se volatiliza para dejar paso a las bromas, lejos de la mirada del profesor.

La práctica anatómica que continúa en otra mesa realiza la observación de piezas tratadas de las extremidades inferiores. Es decir, en este periodo de observación se hace una diferenciación entre el cuerpo masculino y femenino. Y los estudiantes que aún no han estudiado la pelvis en las clases teóricas, realizan gran cantidad de comentarios y preguntas al profesor —sobre la diferencia entre la masculina y la femenina, de tamaño o su papel (físico) en la reproducción y en la contención de vísceras—.

Continuando con la práctica, y en relación con el descubrimiento de la profundidad anatómica, siempre atomizada, también se visualizan por primera vez las denominadas «fascias» o membranas aprovechando una pieza de la parte anterior del tórax. Las fascias, que en esta sesión se visualizan en la mesa, ya no se volverán a visualizar, ni en las prácticas de anatomía ni en las clases teóricas, donde ocuparán solamente un espacio marginal en la explicación de cada una de las regiones anatómicas.

Las últimas dos mesas se dedican a la observación de las vísceras, formando parte de la esplacnología. Sobre la mesa, igual que en las otras prácticas, descansan las piezas anatómicas formuladas. En este caso, los órganos internos: el sistema circulatorio con el corazón, las arterias y las venas que lo configuran, los pulmones, el aparato digestivo, el hígado, los riñones y el aparato urinario. En cada una de las estructuras se pormenorizan los detalles anatómicos: el corazón permite explorar las diferentes válvulas, orificios y cavidades. La admiración se mantiene durante toda la sesión.

Seqüència ritual

Breu anàlisi

Este ritual ilustra, muy concretamente, el periodo liminal –mientras los estudiantes se encuentran en la sala de disección– en el que se experimenta un proceso intenso de aprendizaje, fragmentado en tres tiempos. Es decir, cada uno de estos subtiempos se refiere a un paso más en el descubrimiento de una “nueva” noción de cuerpo anatómico, produciéndose una quiebra conceptual en cada uno de los subtiempos.  

La importancia de la sala de disección reside en:

A) Articular una noción de cuerpo anatómico o resignificar una representación de cuerpo desde una perspectiva biomédica: Una ruptura que llega a través de los sentidos e implica experimentar un conjunto de emociones. Esta quiebra da paso a una resignificación del cuerpo. Además, los estudiantes pasan de un interés por una apariencia sensible (la parte exterior del cuerpo) para centrarse en otra, igual de sensible, relacionada con lo anatómico. Finalmente, las explicaciones biomédicas regidas por el paradigma anatómico-fisiológico promueven que el cuerpo se despersonalice.

B) Abrir un campo de experimentación: En la sala de disección se cultiva la ética y el discernimiento. Es a través de llevar a cabo acciones concretas (ver hacer, tocar, observar), guiadas por sentidos y emociones, que se resquebraja una noción muy bien estructurada en torno al cuerpo y a la persona.

C) Abrir un campo de sensibilidad humana: El mismo campo de experimentación es suficientemente potente, en el que la sensibilidad se ve expuesta y transformada. Ayuda a desarrollar la sensibilidad médica. La disección resulta ser uno de los primeros pasos en el compromiso emocional de un futuro médico con el paciente, en el desarrollo de una ética de la vida y la forma humana. Porque el cadáver no se puede objetivar como una “cosa”, acaba percibiéndose como sujeto “anatómico”.

Bibliografia

Sirvent, E i Fons, V (2022). “Exploración de lo humano en la sala de disección”. AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, 17, Nº. 1, pp. 89-115.