Quién puede olvidar su escuela: correrías, compañeros, maestros, pupitres y tantas otras cosas. Gratos e ingratos recuerdos grabados en el alma que nos acompañan para siempre.    

Pero los tiempos cambian. A veces, ya no hay niños suficientes, ni apenas parejas jóvenes, como en Margalef o en el Veïnat Prat del Pinter, antigua colonia minera de Ogassa. Sin embargo, han conservado  con más o menos fortuna u orgullo los rótulos que anunciaban las escuelas, otorgando merecida importancia y distinción a las casas que las albergaron. 

Estos son también nuestros lugares de la memoria.