Una de las novedades en el estudio de los materiales de Puig Castellar (Biosca) era la variedad y rareza de sus ánforas itálicas. Aunque a nivel tipológico las formas eran bien conocidas (Grecoitálliicas, Dressel 1A o Apani I, sus pastas cerámicas eran distintas a las conocidas de Campania-Lacio, Etruria y Brindisi. Por ello, se comenzó a clasificar todo el conjunto de las ánforas a partir de su forma y pasta cerámica con la ayuda de lentes de x20 aumentos, y complementadas con análisis petrológicos y físico-químicos.
Para identificar su origen se utilizaron recursos digitales como el del proyecto FACEM FACEM (http://facem.at) dirigido por Veronica Gassner (Univ. Viena) y el proyecto IMMENSA AEQUORA (http://www.immensaaequora.org/) de Gloria Olcese (Univ. La Sapienza, Roma). Para completar el reconocimiento se recibieron muestras de referencia de centros productivos del proyecto IMMENSA AEQUORA y de otros investigadores italianos. Gracias a ello, se ha podido concretar en la asignación de origen a muchas de estas pastas de ánfora, pero aún existen algunos ejemplares sin identificar.
El caso de Puig Castellar (Biosca) no es único, porque otros yacimientos de la Hispania Citerior de cronología del siglo II aC presentan contextos con ánforas de pastas similares como sería el caso de Can Tacó (Montmeló), El Castellot (Bolvir), Sant Miquel de Sorba o Ilturo (Cabrera). Parece que es un fenómeno que no perdura más allá del 120 aC, en que la mayoría de ánforas que alcanzan la Hispania Citerior proceden de las regiones tirrénicas de Lacio-Campania, Etruria y de las Adriáticas de Apulia y Abruzzos-EmiliaRomagna.
Por lo tanto, la caracterización de forma y pasta de estas ánforas itálicas pueden proporcionar un elemento cronológico para esta fase romana republicana tan mal documentada en la Hispania Citerior.