Homenaje a José Agustín Goytisolo en la UAB

Texto de Fernando Valls pronunciado por el Rector de la UAB

 en el acto de inauguración de la Cátedra José Agustín Goytisolo

  

Muy pocos poetas han logrado alcanzar la popularidad y el cariño cosechados por José Agustín Goytisolo. Buena prueba de las simpatías que logró despertar son los numerosos homenajes que se le han dedicado desde su muerte. A él le gustaba relatar que cuando oía a alguien tararear alguno de sus poemas (aquellos que musicaron Rosa León, Mercedes Sosa, Amancio Prada o Paco Ibáñez), disfrutaba preguntándole si sabía de quién era. La mejor respuesta, la que más le satisfacía, era que le contestaran que no tenían autor, que eran de tradición popular…

Cuando se habla de José Agustín Goytisolo no deben olvidarse aquellos factores que condicionaron su existencia y su obra literaria como poeta, traductor, articulista o autor de libros infantiles. Más de la mitad de su vida transcurrió durante lo que él llamaba “los años impuros” del franquismo, en los que hizo poesía política o civil, y no poesía social, como le gustaba aclarar. Su compromiso, su militancia, pero también la persecución de la felicidad, objetivo prioritario de toda la Escuela de Barcelona, sobre la que ha llamado la atención Carme Riera, está muy presente en toda su obra. Y quizá por ello, dos de sus vetas principales sean la poesía satírica y la amorosa. En esta última, su maestro fue siempre el Pedro Salinas de La voz a ti debida.

No menos determinante fue su amistad (si de algo le gustaba presumir era de tener amigos) con Carlos Barral, Gabriel Ferrater, Alfonso Costafreda o Jaime Gil de Biedma, por sólo recordar unos pocos nombres; así como el encuentro en Madrid con los jóvenes poetas hispanoamericanos, con quienes compartió Colegio Mayor, alcohol y nicotina. Quizás ello explique su imprescindible labor como divulgador de la poesía catalana, hispanoamericana e italiana. Entre los poetas catalanes que vertió al castellano hay algunos tan importantes como Josep Carner, Carles Riba, Bartomeu Rosellò-Porcel, Salvador Espriu, Marià Manent, Joan Vinyoli y Gabriel Ferrater, entre otros muchos.

Sólo hay que releer su obra para darse cuenta de que la imagen que lo define mejor quizá sea la del rey mendigo, la del monarca desposeído del reino afortunado que fue su infancia, tras la muerte de Julia Gay, su madre, durante un bombardeo en Barcelona de la aviación italiana, durante la guerra civil.

Los críticos que se han ocupado de su obra han señalado que si algo la caracteriza es el tono elegíaco e irónico; el empeño por dar, en ese constante trabajo de reescritura al que sometía sus textos, con un tono de “difícil sencillez” que siempre buscaba. Un tono, en suma, conversacional, que tanto le debía al lenguaje hablado, para el que poseía un excelente oído.

Nada más natural que la Universidad Autónoma de Barcelona acoja hoy su legado. Dos razones se me ocurren: su frecuente presencia en nuestras aulas, en las clases de poesía contemporánea, y la especial vinculación mantenida con algunos de los profesores del Departamento de Filología Española. Amistosa relación representada por la que mantuvo con la profesora Carme Riera, quien le ha dedicado numerosos e imprescindibles trabajos para la mejor comprensión de su obra.

Recordar que la Universidad actual no sólo debe ocuparse de los clásicos es llamar la atención sobre una práctica ya común, al menos en la nuestra, donde tanta presencia tienen también los autores vivos. La poesía de José Agustín Goytisolo se oyó en numerosas ocasiones en nuestras aulas y hoy, como ayer, sigue estando viva. Esta celebración, por tanto, no sólo responde a la natural dinámica universitaria sino que se erige sobre todo como un acto de justicia con un ciudadano catalán que hizo su obra en castellano y que tanto contribuyó, en tiempos de miseria, a la difusión de la cultura catalana.         

Fernando Valls