Aunque la mayoría de arqueólogos y arqueólogas no lo crea, la arqueología es una disciplina matemática (según dijo en su día David Clarke), en pie de igualdad con la química, la física, etc. Es decir, para resolver problemas arqueológicos debemos utilizar métodos de razonamiento desarrollados en lenguaje matemático.
Desde hace más de 20 años, profesorado y personal de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona trabaja en métodos cuantitativos y aplicaciones informáticas en arqueología. Nuestro objetivo ha sido siempre descubrir
qué tipos de acción social pueden ponerse en relación con conjuntos específicos de observables arqueológicos. Es decir, qué efectos materiales produjo la acción social y de qué manera podemos “reconstruirla” partiendo de la observación de esos efectos,
por qué la acción social en cuestión se produjo en el pasado, cambió o permaneció estable. Es decir, por qué varían a lo largo del tiempo y/o del espacio los efectos materiales de la acción social.
Los datos arqueológicos, por tanto, no son cosas que se atesoran, sino medidas de la realidad. La variabilidad también debe ser medida, como una propiedad cuantitativa que es. La variabilidad es la característica fundamental que posee la medida de una cierta propiedad en un conjunto de individuos, y según la cual, las medidas obtenidas son diferentes de un individuo a otro.