Mapa de las fosas de Cataluña, Direcció General de la Memòria Democràtica, Generalitat de Catalunya.
Un cuaderno como este, o sea un servidor, no puede dejar de comentar la actuación del juez Baltasar Garzón solicitando información a diversas entidades y administraciones para elaborar un censo de personas enterradas en fosas comunes desde el inicio de la guerra civil en España. Aunque, se han dicho tantas cosas en estos días y llevamos ya tantos años debatiendo, que poco se puede añadir de nuevo. Expongo mis razones.
Las posturas están fijadas, absurdamente fijadas, porque ¿a quién no le interesa acabar con este asunto cuanto antes? Los familiares de las victimas quieren recuperar a sus muertos y darles entierro dignamente; los partidarios de lo que llamamos la recuperación de la memoria histórica (aunque muchos no estemos de acuerdo con esta nomenclatura, no entraré hoy en el debate para no irme del tema) desean que se haga cuanto antes; y los contrarios a ella, con su continua oposición, no hacen más que alargar inutilmente un proceso que finalmente se llevará a cabo, que de hecho se está llevando a cabo aunque de forma silenciosa y lenta, prolongando inútilmente un periodo de debate que tan solo contribuye a enconar posiciones. Si en lugar de oponerse y manifestarse continuamente en contra, simplemente permitieran que familiares, profesionales, entidades y administraciones hicieran el trabajo, nos ahorraríamos multitud de descalificaciones y comentarios desoladores para todos.
Porque una parte significativa de la sociedad ya ha decidido que esto es algo que hay que hacer. Y se ha organizado para hacerlo. Ni las múltiples asociaciones para la recuperación de la memoria histórica van a abandonar este trabajo ni los profesionales de la historia y de otros campos van a dejar de investigar al respecto. Así que no entiendo por qué oponerse en vez de permitir que se haga de forma fácil, rápida y satisfactoria para todos. O es que es esa la propuesta: obstaculizar para que todo sea difícil, para que haya debate permanente. Si es así, si se trata de una estrategia, peor para todos. Si hay quien no quiere saber qué ocurrió, no ha de preocuparse, no habrán exámenes. Y si hay quien no quiere que los demás sepan que ocurrió, tampoco ha de preocuparse: en esencia, ya lo sabemos todos. Y tampoco habrán juicios, eso ya se decidió hace mucho tiempo.
Lo bueno de los requerimientos de Garzón es que incluso sin saber cuáles serán los resultados, van a publicitar el tema dentro y fuera de España. Es una figura internacionalmente conocida gracias a sus intervenciones en los casos Pinochet, desaparecidos en Argentina y otros. Sus arriesgadas apuestas, acertadas o no, siempre contribuyen a generar debate y tienen repercusiones a muy diferentes niveles.
Así que, bien por Garzón, que se sepa que estamos en ello.