No puedo hablaros de Amparo Moreno Sardà sin reconocer, de entrada, los lazos que me unen a ella. Amiga y maestra. Así que no esperéis imparcialidad en estos comentarios. Soy parcial, absolutamente. Lo soy porque sus escritos han influido decisivamente en mi formación y, también, porque su compañía personal y profesional me ha alentado en los momentos decisivos.

De qué hablamos y no hablamos cuando hablamos del hombre es un largo título, pero se explica en el subtítulo que se trata de un volumen recopilatorio de Treinta años de críticas y alternativas al pensamiento androcéntrico. Así que tanto tiempo de rigor profesional difícilmente se puede resumir en menos palabras. Está bien que sea una pregunta el título, o, al menos, una oración sin sentencia firme. La exploración continúa, aunque los avances hayan sido sustanciales y hayan dado lugar a múltiples desarrollos en otros trabajos, como mi propia tesis doctoral, en la que apliqué una metodología de investigación basada en los presupuestos y paradigmas que Amparo Moreno desveló para el estudio de una historia de la comunicación social no-androcéntrica.

Muchas cosas se dicen en este libro que tienen que ver con la memoria histórica. En realidad, podemos hacer una lectura desde ese punto de vista, como una contribución a ese campo de estudio, ya que aclara multitud de definiciones conceptuales, a la vez que propone un método de trabajo y, sobre todo, una perspectiva, un discurso en que fundamentar el propósito del estudio del pasado.  Completo, completo.

Como un cuaderno no es lugar para una recensión académica, os dejo una suculenta cita para ver si el ánimo, el tiempo y el interés os conducen hasta la librería más próxima.

La vida social es el fruto colectivo de acciones y reacciones personales enraizadas en la peculiar asimilación individual de la memoria histórica colectiva. (Pág. 61)

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