Lo privado y cotidiano es el campo de juego de la vida. Sin embargo, en los estudios de historia siempre ha sido considerado un territorio menor. Como si los acontecimientos públicos y sociales no estuviesen orientados a garantizar las condiciones de vida de determinados grupos y personas.  
     
La vida cotidiana nos permite evidenciar las diferencias de clase, de género o de cualquier otro tipo. Las dominaciones. Y el registro de la vida cotidiana también permite constatar que la historia la construimos entre todos, al mostrar las actuaciones de todos los protagonistas, mientras que la historia de los grandes números aniquila a la mayoría, convirtiendo a las personas en elementos del destino, de las fuerzas históricas controladas por los poderosos.

 Impresionante testimonio (Foto: “Alfonso”). Tomada en 1930, muestra a grupos de pobres rebuscando en las montañas de basura procedentes de Madrid que eran arrojadas por los traperos en Tetuán de las Victorias.

Fotografía y comentario en el magnífico blog Urban Idade. Memorias de las redes urbanas

Un estudio del pasado que se plantea análisis que conlleven la posibilidad de conducir hacia cambios sociales, ha de iluminar la vida de todos los seres humanos. Hemos de sabernos parte activa de la sociedad, constructores de lo que fue, para podernos contemplar como pieza importante en las decisiones del futuro. Junto con todos los demás.