1. Castillos de arena
La felicidad completa tenía olor a mar y precio de entrada, los Baños de San Sebastián, en la Barceloneta. Domingos de agosto, tortilla y brea. Y un poco más allá, tras las alambradas que separaban las playas, las barracas del Somorrostro. Castillos de arena junto al mar, que observábamos desde lo alto del Paseo Marítimo. Yo era un niño, pero recuerdo mi perplejidad. Y algo de miedo.
2. Ni rastro
Pero de ellas no quedó ni rastro. Ni en los nombres (Somorrostro, La Perona, Can Vidalet…), ni en el paisaje. Lo dicen los antiguos vecinos. La ciudad de las barracas no ha dejado ni rastro. Ni rastro de la memoria de los miles de personas que la poblaron y que ya en su momento debían ocultar donde vivían para no generar suspicacias, para poder acceder a un puesto de trabajo, para ser contemplados como ciudadanos, si es que alguien lo era en aquellos tiempos de dictadura. Ciudadanos de barrio alto (cerros y montañas como Montjuïc, les permitían contemplar la ciudad a vista de pájaro) o de primera línea de mar, viviendo en castillos de arena. Huyendo de miserias nacidas en injusticias cuyo origen se pierde en el tiempo y en una guerra que señalaba a los perdedores imponiéndoles condenas y estigmas.
3. Apuntes para una exposición
He de revisar mis apuntes. Esa es la conclusión que he sacado de la visita a la exposición Barracas. La ciudad informal y del reportaje de TV3 Barraques. L’altra ciutat. La exposición, muy pero que muy bien; el reportaje también, añadiendo una perspectiva más social, ya que la exposición se centra, sobre todo, en los aspectos urbanos, de construcción de la ciudad. Y además, una Web completa el trabajo.
4. La ciudad imaginada
El esplendor de una ciudad se construye sobre la negación de su pasado. Sobre el olvido de la no-ciudad construida con no-viviendas donde vivieron no-ciudadanos, realojados después en barrios que se derrumbaron. Dijeron que era aluminosis. Pero no. Eran nuevos castillos, quizás de arena, quizás de polvo y lodo. Ni barracas ni suburbios verticales. Castillos de arena. Que tampoco dejarán ni rastro.
(Barraques. La ciutat informal, puede verse en el Museu d’Història de Barcelona, hasta el 26 de abril).