Mientras la tierra tiembla y el desastre se afana en preparativos, las televisiones siguen ofreciendo banal diversión y opciones de consumo. Estremece ver como ocupamos la vida en cosas tan insignificantes, porque pocas veces es tan evidente el caso como en este video, un montaje de seis pantallas que muestran lo que se podía ver en las televisiones japonesas el 11 de marzo de 2011  mientras el terremoto sacudía el país y el tsunami avanzaba.

Finalmente,  todas ellas muestran la alerta y cambian su programación pero entre la que reacciona primero y la última, transcurren 8 interminables minutos en que siguen ofreciendo la felicidad instantánea de la compra y el show.

En la televisión, más que ver, nos vemos,  lo que somos y a lo que aspiramos. Como un espejo limpio, muy limpio.