Sucede con frecuencia que las discrepancias en los matices acaban por ocultar que en el fondo se está bastante de acuerdo en lo fundamental. Y creo que eso ha pasado en el caso comentado en la entrada anterior. Creo muy probable, Oliver, que una taza de café y un buen rato de conversación nos mostraría que estamos más de acuerdo de lo que lo escrito hasta ahora parece demostrar. Seguro que compartimos objetivos en buena parte, eso creo apreciar.
En cuanto al tema concreto, posiblemente no fui tan preciso como debiera en la argumentación. Vaya por delante el reconocimiento y la autocrítica. Pero creo también que hay cuestiones conceptuales que son importantes que mantengamos entre los profesionales.
No aspira este blog a ser el lugar donde sentar cátedra, pero si podemos entrar en algunas cuestiones. Y el tema básico es que la explicación del pasado que transmitimos es “la historia” y no “la memoria”. La historia puede estar construida sobre fuentes de la memoria o sobre cualquier otra fuente documental pero es la explicación del pasado dada por los historiadores y por tanto difundida a través de libros, programas escolares, productos audiovisuales, visitas guiadas o cualquier otro medio. Cuando explicamos el pasado, tanto da si es pasado reciente o lejano, explicamos la historia y no “recordamos”.
Otra cosa es la memoria personal. Todo ser humano tiene una memoria (y una historia, que no es lo mismo) y todas pueden y deben conservarse. A ello dedico una buena parte de mi trabajo, y tampoco a mí me gusta que algunos se apropien del término memoria histórica aplicándolo tan solo a determinados hechos o a unos cuantos personajes escogidos. Pero una cosa es conservar la memoria de todas las personas y recuperar la de aquellos que en el pasado fueron silenciados violentamente y otra es confundir lo que explicamos con la memoria de los represaliados.
Aquí podríamos abrir otra cuestión que es discernir qué es eso a lo que llamamos memoria colectiva, pero ese sí es un tema que requiere de bastante más espacio.
Espero no tardar demasiado tiempo en volver a visitar Martinet. Ya preguntaré por ti, para que podamos tomar un café y hablar de todo esto o de cualquier otra cosa. Hasta pronto.