Portada de Escondido. El calvario de Manuel Cortés. Una de las grandes obras de Ronald Fraser en una trayectoria sin obras menores.
Ayer asistí al homenaje que se dedicó a Ronald Fraser en el Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona. Un acto emocionante en que también se conmemoraron los 25 años del Departamento de Fuentes Orales del archivo. No os voy a glosar el acto, aunque los participantes lo merecerían por las muchas e interesantes cosas que nos explicaron y por las emociones que estuvieron a punto de desbordar a más de uno de ellos. Solo quiero destacar la sinceridad y humanidad del homenajeado.
Ronald Fraser se quiso definir como artesano. Así entiende su oficio. Profesión a la que llegó de forma inesperada ya que su vocación inicial era la de escritor, pero se dio cuenta a tiempo de que en el campo de la narrativa tenía poco que hacer. Pudo cambiar el rumbo de su destino, dijo, gracias a un libro fundamental, que le reveló la posibilidad de explicar historias reales entrevistando a otros. Ese libro fue Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis. Desde ese momento ha dedicado su vida a escuchar con atención, con pasión, con emoción. A aprender de los demás pacientemente, esperando el momento del milagro en la entrevista, el momento en que se llega a la clave que desvela el argumento fundamental de una vida.
La trayectoria de Ronald Fraser, sus palabras ayer, me sirven a mí para continuar con mis trabajos añadiéndoles algo más de convicción. Como ya os explique hace unos días, mi último proyecto en marcha es la revista Quaderns de la Molinada. Memòria i Creació Literària. Así que si alguna duda me quedaba por resolver ahora ya está claro. La delicadísima frontera que separa historia y narración, otros la atravesaron antes y todos estamos de acuerdo en reconocer su aportación.
Mi enhorabuena a los organizadores, al Departament por su cumpleaños y a Ronald Fraser siempre agradecido por su maestría.
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