Para mi sorpresa, mi Facultad me invitó a asistir a un seminario de la escritora y coach Neus Arquès dirigido a lograr que nuestras marcas personales sean más sólidas y visibles. Convertida en consultora autónoma, Arquès afirma que fue una de las impulsoras en España de la idea de la marca personal, más allá, supongo, del mundo del espectáculo y la celebridad. Arquès ayuda a sus clientes a convertir sus habilidades en marcas personales reconocibles como primer paso para dar a conocer proyectos profesionales y atraer, a su vez, clientes. Me invitaron a unirme a su seminario, al parecer, por mis esfuerzos para hacer visible la vida académica con este blog, mis libros digitales publicados con estudiantes y mis colaboraciones con asociaciones de fándom no académicas.

Al final, no aprendí del seminario de Arquès lo que quería aprender: cómo puedo romper la barrera que me impide publicar libros en castellano, y con eso me refiero tanto a volúmenes académicos como a ensayos para un público general en una de las editoriales de Planeta. La propia Arquès publica sus libros a través de una editorial adscrita a Planeta, así que ¿por qué no yo? Sin embargo, el consejo que me dio fue que debía ser paciente y probar con el mayor número posible de editoriales (ya he pasado por quince intentando publicar mi libro sobre villanía en castellano) y, quizás, disimular el carácter académico de mi trabajo. Suspiro a fondo…

En algún momento aparentemente perdí el tren, porque a pesar de que mis dos primeros libros fueron publicados en castellano (en una editorial cuyo nombre ni siquiera mencionaré), no he podido atraer la atención de otras editoriales españolas más serias (quiero decir sin pagar por publicar). En contraste, muchos de nosotros en Estudios Ingleses en España estamos publicando regularmente con las principales editoriales académicas Routledge, Palgrave, Brill y otras editoriales universitarias anglófonas (no con Penguin Random House pero, bueno, vamos bien). Veo, además, que la mayoría de los libros actualmente populares en España dentro de mi propio campo de investigación, los Estudios de Masculinidad, no están escritos por académicos sino por periodistas con un perfil mediático significativo (ver La nueva masculinidad de siempre: Capitalismo, deseo y falofobias de Antonio J. Rodríguez). Es tremendamente frustrante. Una amiga me dice que los académicos de primer rango ahora se autopublican en España incluso en Amazon, posibilidad que he estado considerando. De hecho, acabo de autopublicar un nuevo libro en el repositorio digital de mi universidad, del cual hablaré la próxima semana.

Me estoy yendo por las ramas… Mi tema de hoy es cómo la vida académica obliga a todos los académicos a convertirse en marcas personales, incluso cuando no saben que así es como funcionan las cosas. Arquès nos explicó que uno puede comprender el valor de su marca personal verificando cómo se le menciona en Internet; esto es lo que ella llamó ‘reputación’, advirtiendo que esta es una palabra que a pocos les gusta. Resulta que a mí sí me gusta. La reputación solía ser el prestigio atribuido a los académicos sobresalientes, generalmente gracias a un libro bien conocido (estoy hablando de las Humanidades). La reputación solía ser lo que hacía que otros eruditos e incluso algunos estudiantes ilustrados exclamaran “¡oh, sí…!” cuando se mencionaba un nombre. Sigue siendo la causa por la cual se reciben invitaciones para dar conferencias. La reputación, sin embargo, está siendo destruida, si no ha sido ya destruida, por la métrica bibliográfica, los procesos de acreditación y otros tipos de estándares de medición (me sorprende cómo la gente insiste en ganar premios y distinciones, cuando su pura abundancia los devalúa mucho). En cualquier caso, dado que la competencia es tan feroz en la universidad, un principio básico es que se necesita construir una reputación sólida (al estilo nuevo o antiguo), por lo que cada académico es de hecho una marca personal, lo sepan o no.

Una marca, por si no me estoy explicando bien, es lo que hace que un negocio sea públicamente reconocible como concepto. Por favor, no confundáis marca con logotipo, aunque, por supuesto, están relacionados. Apple, como marca, es el concepto que Steve Jobs desarrolló para identificar un conjunto de productos tecnológicos y las estrategias para desarrollarlos; el logotipo es la famosa manzana mordida (Jobs solía trabajar recogiendo manzanas en su juventud hippie, de ahí su fijación). La marca y el logotipo se relacionan de una manera bastante horrible: ‘marcar’ (en inglés ‘to brand’) significa marcar con un hierro ardiente un símbolo en la piel del ganado, para que el propietario pueda ser identificado. Los esclavos y los criminales también solían ser herrados de este modo. La marca infligida a animales y personas es el origen del logotipo que las empresas (marcas o ‘brands’) utilizan para identificarse, por lo que la próxima vez que uses con orgullo una camiseta con cualquier logotipo comercial, considera cómo contribuye a tu propia esclavitud y siéntete tratado como ganado. Duro, lo sé. Sobre todo si piensas que incluso las universidades son marcas y tienen logotipos. Estoy asistiendo estos días a un curso sobre cómo mantener la página web del Departamento y por supuesto ya se ha planteado la cuestión del logotipo correcto de la UAB que tenemos que usar.

Así pues, aunque no tengamos logotipos individuales (igual acabo de tener una idea…), los académicos somos marcas personales ya que debemos poner mucho esfuerzo en la promoción constante de nuestros talentos y trabajos. Este esfuerzo resulta ser una gran sorpresa para los académicos novatos, ya que no todos tienen las habilidades que requiere la constante autopromoción. He visto a algunas personas progresar de ser estudiantes de doctorado a catedráticos en poco más de una década, sobre la base de lo que se podría llamar ambición ilimitada, mientras que otros que inicialmente disfrutaban de la misma beca doctoral ni han podido completar su tesis doctoral al perder la orientación en nuestra jungla.

Nadie te dice abiertamente cuáles son las reglas, por lo que debes comprenderlas mientras trabajas. Por lo general, se nos dice que es necesario dar a conocer nuestro trabajo a través de conferencias y publicaciones, que es importante unirse a un grupo de investigación, que hay que apuntarse a Academia.edu y ResearchGate, pero solo son consejos generales. Luego depende de cada académico determinar cómo participar en una red de contactos efectiva, qué editoriales y revistas le dan más visibilidad (es decir, citas) y cómo posicionarse estratégicamente en relación con la categoría de trabajo a la que aspira, compitiendo con otros en el mismo Departamento o fuera. Aun así, surgen obstáculos o se cometen errores en el plan maestro. Es posible que hayas soñado con ser catedrático en tu ciudad favorita solo para convertirte en catedrático pero en una ciudad que odias y en la que te quedarás atrapado durante décadas hasta que te jubiles.

Me referí en otro post, hace años, a la figura del oscuro profesor y a las dificultades de ser visible en los tiempos de YouTube y mi impresión es que nada ha cambiado en exceso. Me uní obedientemente a Academia.edu e ResearchGate y esto ha generado problemas diversos: necesito hacer un seguimiento de mis publicaciones en ambos sitios, aparte de mi propio sitio web y el Portal de Investigación de la UAB; recibo constantes solicitudes de publicaciones protegidas por copyright que no debo circular, y no tengo tiempo para estar al día de todo lo que suben mis colegas. No sé si mi presencia en estas redes realmente ha aumentado el número de mis citas, pero una cosa que puedo decir es que a pesar de que estoy haciendo todo lo posible para hacer visible mi trabajo, en una solicitud reciente para una beca de investigación grupal mi impacto se calculó sobre la base de Scopus, para lo cual apenas existo ya que no soy una científica. Me sentí tan profundamente humillada…

Un aspecto bastante intrigante del seminario de Arquès es que insistió en que ser visible no significa necesariamente estar presente en las redes sociales. Estoy de acuerdo: puedes tener una cuenta de Twitter, como yo, y mantener un perfil muy bajo, como yo. Nunca me he acostumbrado a las redes sociales y no estoy haciendo ningún esfuerzo por aprender, debido a la inmensa cantidad de ruido que generan. Ciertamente tiene más sentido publicitar el trabajo académico en Academia.edu o ResearchGate que en Instagram. Sé que algunos profesores de primaria y secundaria son TikTokers muy populares, pero no veo a mis compañeros académicos o a mí misma generando mucho interés de esa manera; tal vez debería intentar que mis estudiantes trabajen conmigo en un canal de TikTok de Literatura Victoriana … Sí, lo sé, mejor que no… Arquès básicamente se refería, así pues, a usar sitios web personales sabiamente y a divulgar información en redes sociales (académicas o de otro tipo) que siempre mejore el impacto. Lo que no mencionó es cómo todo esta auto-promoción le roba tiempo a la investigación.

Ya para concluir, mientras que el seminario de Neus Arquès me ayudó a entender de qué manera ya opero como una marca personal y de qué otras maneras no lo hago (o no puedo, o nunca lo haré), me gustaría asistir a un seminario con una personalidad académica de primera magnitud que pudiera enseñarme cómo se ha ganado su visibilidad. Por otro lado, tal como están las cosas ahora, con Elon Musk a punto de comprar Twitter y borrar sus ya extremadamente limitadas reglas de combate a la hora de expresar opinión, ser visible solo significa ser vulnerable. A mí me gusta transmitir información e ideas para animar el debate, eso es todo, como supongo que la mayoría de académicos quieren hacer. Cualquier otra ambición dentro de las Humanidades es sencillamente patética (fama, dinero… ¡venga..!). Simplemente me molesta que otros que transmiten información e ideas no estén tan bien cualificados académicamente, aunque ciertamente son lo bastante listos como para hacerse visibles. Quizás la palabra clave en mi diatriba de hoy no es ‘reputación’ sino ‘reconocimiento’ y, ¿por qué no?, envidia.

Publico una entrada una vez a la semana (me puedes seguir en @SaraMartinUAB). ¡Los comentarios son muy bienvenidos! Te puedes descargar los volúmenes anuales aquí: http://ddd.uab.cat/record/116328. La versión en inglés del blog está disponible en https://blogs.uab.cat/saramartinalegre/en/. Encontrarás en mi web información sobre mis publicaciones y actividades: http://gent.uab.cat/saramartinalegre/