Este fin de semana he estado participando en la IV CatCon o convención catalana sobre ciencia ficción y fantasía, celebrada como las tres primeras en la encantadora localidad costera de Vilanova i la Geltrú, a unos 50 km. al sur de Barcelona. CatCon reúne a fans y escritores, y también es el evento durante el cual se otorga el premio Ictineu. CatCon está organizada por la Societat Catalana de Ciència-Ficció i Fantasia, fundada en 1997, y tuvo su primera edición cero durante la Eurocon 2016, celebrada aquí en Barcelona.

Para esta edición, propuse una mesa redonda sobre el estado actual de la ciencia ficción catalana, tratando de averiguar si se trata de una botella medio llena o medio vacía. Durante mi intervención en la CatCon 2018 hice algunos comentarios sobre un texto de una autora, Montserrat Segura, que casualmente estaba en la sala, y esto provocó una conversación sobre lo que la universidad podría hacer por los autores catalanes de ciencia ficción. Logré convencer a mi colega del Departamento de Filología Catalana de la UAB, Víctor Martínez-Gil, de que había que legitimar académicamente una tradición literaria que comenzó en la década de 1870 y que ahora se encuentra en un momento particularmente rico. Decidimos, así pues, publicar un número monográfico en una revista académica que sirviera para presentar a los autores actualmente indispensables, para lo cual hicimos una selección de siete: Antoni Munné-Jordà, Jordi de Manuel, Montserrat Galícia, Carme Torras, Marc Pastor y Enric Herce (aunque lamento mucho no haber incluido a Salvador Macip). Luego Víctor reclutó a cuatro especialistas más en Literatura Catalana (Francesc Foguet, Maria Dasca, Jordi Marrugat y Toni Maestre), y escribimos una propuesta. Un poco a la brava, decidimos contactar con la revista académica de estudios catalanes mejor valorada, la Catalan Review, y para nuestro alivio y felicidad su editor Bill Viestenz acogió nuestra propuesta con gusto. Algo ayudó que estuviera familiarizado con mi traducción al inglés de Mecanoscrit del segon origen (1974) de Manuel de Pedrolo como Typescript of the Second Origin (2018).

Las galeradas del número monográfico llegaron la semana pasada (se publicará en julio) justo a punto para la mesa redonda, a la cual invité a Antoni Munné-Jordà, Carme Torras, Eloi Puig y Jordi Marrugat. Munné-Jordà no solo es un gran autor de ciencia ficción sino también la persona que más sabe de este género y de fantasía en catalán. Fue director de dos colecciones clave de sf (para las editoriales Pleniluni y Pagès), fue también uno de los cofundadores de la Societat Catalana de Ciència Ficció i Fantasia, y mantiene la asombrosa bibliografía de obras (1873-2021) que se puede descargar desde el sitio web de la Societat. Ha publicado más de veinte volúmenes, entre los que mencionaré Michelíada (2015), ganadora del Ictineu. Carme Torras, es una investigadora de renombre internacional en el campo de la robótica asistencial y autora destacada, conocida por sus novelas ganadoras del premio Ictineu La mutació sentimental (2007) y Enxarxats (2017). Eloi Puig es el actual presidente de la SCCFF, promotor del premio Ictineu y también de una serie de encuentros de aficionados por toda Cataluña conocidos como Ter-Cat. Lo invité como autor de las más de 1000 reseñas publicadas desde 2003 en su web La Biblioteca del Kraken, que ofrece en catalán y castellano. Por último, pero no menos importante, Jordi Marrugat es profesor de Literatura Catalana Contemporánea en la Universitat de Barcelona, y es autor, entre otros, de Narrativa catalana de la postmodernitat: històries, formes i motius (2014).

Mi propia introducción señalaba que mientras que la ciencia ficción anglófona goza de un circuito académico completo, no hay nada similar para apoyar y dar a conocer el trabajo de los autores catalanes de ciencia ficción y fantasía. La Science Fiction Research Association, fundada en 1970, ha estado celebrando conferencias regularmente desde entonces; las revistas revisadas por pares Extrapolation (fundada en 1959), Foundation (1972) y Science Fiction Studies (1973), proporcionan un maravilloso foro de discusión. Aunque no hay títulos completos de Grado en estudios de ciencia ficción, hay cursos en diversas universidades y también un notable centro de investigación en Liverpool, que también alberga la colección clave de monografías Liverpool Science Fiction Texts and Studies. Todo esto falta en catalán, a excepción de la indispensable antología de Víctor Martínez-Gil Els altres mons de la literatura catalana (2005), un par de disertaciones (una de Grado, otra de màster), y el trabajo que yo misma he realizado sobre Mecanoscrit del segon origen. Sin bibliografía, como sabemos, no puede haber investigación. De hecho, uno de los revisores de mi artículo para la Catalan Review se quejó estentóramente de que no podía publicar un artículo sin fuentes secundarias académicas; como no hay ninguna en catalán, incluí en unas pocas líneas abarrotadas referencias a media docena de libros académicos… en inglés.

No puedo reproducir aquí todo lo que se comentó en una hora de mesa redonda, pero trataré de destacar algunas ideas. Hoy en día, la ciencia ficción catalana y la fantasía interesan a un número notable de editoriales independientes (en su mayoría establecidas en los últimos diez años) y el fándom está activo en las reuniones Ter-Cat y CatCon, mientras que sitios web como La Biblioteca del Kraken, El Biblionauta y Les Rades Grises proporcionan reseñas y críticas especializadas. Este panorama parece positivo en todos los sentidos pero, como señaló Eloi Puig, la impresión es que el campo está creciendo muy lentamente y parece no haber un relevo generacional (añado yo, teniendo en cuenta la edad media de los asistentes a la CatCon, con una clara ausencia de personas menores de 30 años).

Si bien el número de autores está creciendo, el mercado no es lo suficientemente fuerte como para que ninguno de ellos sea escritor profesional, una situación que se extiende a todos los autores catalanes con muy pocas excepciones. Munné-Jordà y Torras no ven esto como un problema, ya que creen que de esta manera los autores son más libres para escribir como deseen. El tamaño del mercado con, posiblemente, 300-400 copias vendidas por cada novela moderadamente exitosa, sugiere que la profesionalización difícilmente ocurrirá en el futuro cercano, aunque estoy de acuerdo en que esta no es necesariamente una situación negativa. Del mismo modo, las reseñas y la crítica están en manos de fans muy entregados. Eloi Puig explicó que la tarea que viene realizando en La Biblioteca del Kraken comenzó como una forma de compartir sus impresiones con sus amigos. No ve su papel como principal reseñador de la ciencia ficción y la fantasía catalanas (tanto originales como traducidas) como un referente principal. Según lo veo, Puig está haciendo un excelente trabajo que es además la base para cualquier trabajo académico que se pueda hacer en el futuro. De hecho, me gustaría ver a una universidad catalana presentándose voluntaria para publicar una selección de sus reseñas y así conmemorar el 20 aniversario de la web el próximo año.

Puig y Munné-Jordà han hecho, así pues, mucho pero no son académicos (ni asociados) en ningún Departamento de Filología Catalana. Jordi Marrugat explicó que aunque debería estar en manos de académicos escribir una historia de la ciencia ficción y la fantasía catalanas, investigar e impartir cursos, la realidad es que estamos muy limitados. Él mismo es el único especialista en literatura catalana contemporánea de la Universitat de Barcelona, y con un plan de estudios de Grado que concentra en una sola asignatura todo el s. XX y parte del XXI no hay espacio para la ciencia ficción y la fantasía. El canon y su insistencia en celebrar el Modernismo tiene prioridad. Sin embargo, me parece poco probable que los lectores, por apasionados que sean, puedan suplir esta carencia. La espléndida bibliografía de Munné-Jordà y su reciente donación a la Biblioteca Armand Cardona Torrandell de Vilanova i la Geltrú de su propia colección personal de libros y otros materiales tiene como objetivo construir un legado que necesita encontrar lectores comprometidos. Me pregunto sin embargo dónde se pueden encontrar ¿No deberían ser los estudiantes del Grado de Catalán en la universidad?

Quizás lo que más me desconcertó fue la idea de que los autores de cf y fantasía valoran sus temas por encima de la calidad de su escritura, al menos esto es lo que entendí de la intervención de Carme Torras cuando le pregunté por la traducción de La mutació sentimental hecha por Josie Swarbrick con el título de The Vestigial Heart, y publicada por el MIT acompañada de materiales para fomentar la discusión de la robótica y la ética en el aula. Puig explicó que propuso la creación del premio Ictineu porque después de leer esta novela pensó que este tipo de esfuerzo debía obtener reconocimiento. Creo que Torras tiene un estilo muy personal, y pienso que los escritores catalanes de ciencia ficción y fantasía son más que simples contribuyentes a los debates actuales sobre tecnociencia, dada la pasión que ponen en escribir obras que, como he señalado, solo pueden llegar a un círculo limitado. La novela ganadora del Ictineu de este año, el relato ciberpunk de Enric Herce L’estrany miratge [El extraño espejismo], es mucho más atractiva como narración que muchas novelas anglófonas que ahora ganan Hugos y Nebulas. Pregunté a los participantes en la mesa redonda qué pensaban sobre lo escasas que son las traducciones del catalán en comparación con las traducciones a nuestro idioma, y solo Munné-Jordà fue lo suficientemente audaz como para decir en voz alta que algunos de los libros traducidos sencillamente no son buenos. Jugó con las palabras ‘cañón’ y ‘canon’ para sugerir que quién se traduce a menudo es una cuestión de quién tiene el poder.

La mesa redonda fue, creo, extremadamente esclarecedora e ilustrativa de la situación actual de la ciencia ficción y la fantasía en catalán. Veo la botella medio llena si pienso en el despliegue de actividad entre editores, autores y los aficionados más comprometidos, pero la veo medio vacía si pienso en los jóvenes. Los niños educados en catalán leen obras en catalán más que nunca, pero, como sucede en otras áreas lingüísticas incluido el inglés, el atractivo de las redes sociales les roba un tiempo precioso para leer a partir de los 10-12 años, tan pronto como reciben su primer smartphone. Su amor por las pantallas no se extiende a los libros electrónicos (me dijeron que solo el 5% de todos los lectores de todas las edades los usan en España, el 20% en los Estados Unidos) y con los libros en papel a un coste de alrededor de 15-20 euros es difícil ver cómo va a crecer el número de lectores. En el caso de la ciencia ficción catalana y la fantasía también echo de menos buenas adaptaciones que puedan atraer a un público mayor, pero con TV3 en una situación económica desesperada es poco probable que se filmen. De ahí la botella medio vacía.

Volveré a este tema cuando se publique el número de julio de la Catalan Review. Mientras tanto, echadle un vistazo a La Biblioteca del Kraken para ver lo ricas que son la cf y la fantasía actuales en catalán.

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