[ADVERTENCIA: ESTA ENTRADA ANALIZA EL EPISODIO 8, “ALLOYED”, DE LA SERIE DE AMAZON THE RINGS OF POWER/LOS ANILLOS DE PODER]

He estado viendo con una mezcla de aburrimiento e irritación The Rings of Power de Amazon, diciéndome a mí misma que no valía la pena mostrar mi indignación como lectora de Tolkien (aunque no fan acérrima). Estoy de acuerdo con los muchos otros lectores que han concluido que la serie no es realmente una adaptación, sino fan fiction de altísimo presupuesto, conclusión que ayuda a soportar la fuerte distorsión de los personajes de Tolkien (y no me refiero a la raza) y la lenta trama. Una buena adaptación no necesita ser fiel al original y ciertamente las mejores adaptaciones ofrecen ricas lecturas de sus fuentes, incluso superándolas en interés. Lo que Amazon está ofreciendo no es, sin embargo, una adaptación enriquecedora y satisfactoria, como lo fueron las películas de Peter Jackson, sino una reinvención que solo se refiere tangencialmente a la esencia del universo de Tolkien. De hecho lo corrompe, como argumentaré.

            Si escribo hoy sobre The Rings of Power es porque mientras Tolkien sabe muy bien dónde está el límite entre el bien y el mal, el episodio final de la primera temporada contiene una escena en la que esa distinción se difumina, algo que me parece extremadamente peligroso en el contexto actual del ascenso del fascismo. Como he mencionado aquí, publiqué en 2020 un libro llamado Masculinity and Patriarchal Villainy in the British Novel: From Hitler to Voldemort, y puedo por ello argüir que soy una autoridad mundial en villanía (hay, de hecho, muy pocos volúmenes sobre este tema). El libro tiene un capítulo sobre los villanos Morgoth y Sauron, a quienes Tolkien presenta como implacables malhechores. En mi lectura, Morgoth, originalmente llamado Melkor, es en parte una víctima de las restricciones de su creador Eru/Ilúvatar sobre el uso de su poder de creación, que se expresa a través de la música. Nada excusa, no obstante, el uso posterior de Morgoth de ese poder para la destrucción y la dominación, y mi lectura es muy crítica de la ineficiencia de los divinos Valar para frenar el poder de su hermano. Sauron, un Maiar (como Gandalf o Saruman) que se convierte en el lugarteniente más leal de Morgoth, decide mostrar toda su villanía una vez que su amo es enviado a prisión eterna (porque es inmortal). Tiene un momento de duda, inspirado por el miedo a ser atrapado, pero una vez que se da cuenta de que los Valar son algo inútiles y aprende a controlar a los Elfos, Hombres y Enanos a través de los Anillos, y a través de la maquinaria de la guerra, Sauron intenta por todos los medios mantenerse en el poder. Hasta que el Anillo de Poder cae en manos de Frodo y el villano obtiene su merecido castigo, como debe suceder.

            En el discurso narrativo estadounidense, sin embargo, los villanos ya no son los monstruos del mal que solían ser en el discurso clásico, una tendencia quizás iniciada por Darth Vader en Star Wars. George Lucas no solo redimió a su villano, sino que también usó la segunda trilogía (Episodios I-III) para explicar cómo Anakin Skywalker cayó al lado oscuro (de modo revelador, el verdadero archivillano, el Emperador Palpatine, fue interpretado por un actor británico, Ian McDiarmid). Disney ha contribuido a esta tendencia de desmonstruizar al villano al reescribir al hada oscura Maléfica como víctima de una forma de violación brutal. Para que veáis a dónde quiero ir a parar, recordad que J.K. Rowling, escritora británica e inteligente lectora tolkieniana, no tiene dudas de que Voldemort es un monstruo del mal y nunca piensa en justificarlo, a pesar de que ofrece la historia de sus orígenes para explicar de dónde viene y teorizar por qué es malvado. Los británicos, estoy argumentando, que vieron el mal muy cerca en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, han creado ficciones muy potentes sobre la villanía como advertencias contra el ascenso del fascismo. Los estadounidenses, en cambio, llevan tiempo enamorándose del villano y el episodio 8 de The Rings of Power contiene una escena que encapsula ese amor tentador. Sí, me refiero a la infame escena de la balsa.

            La Galadriel de la serie (que, muy enfáticamente, NO es la Galadriel de Tolkien), se engaña a sí misma convenciéndose de que el apuesto Halbrand es el Rey de las Tierras del Sur, y aunque él nunca confirma que sea sí, la ilusa Galadriel convence a los Númenóreanos para lanzar un ataque contra los Orcos que acosan la Tierra Media. Esta batalla lleva a la creación de Mordor, pero no contenta con haber causado ese desastre, Galadriel, que está medio enamorada de Halbrand, lo lleva a Lindon, la principal ciudad elfa, para curarse de sus heridas potencialmente mortales. Allí, Galadriel al fin piensa en repasar los registros históricos, descubriendo así que la línea real la que supuestamente pertenece Halbrand se extinguió mil años antes. Los espectadores que siempre habían sospechado que Halbrand era Sauron fueron al fin recompensados por su paciencia con una escena reveladora que tiene lugar en la balsa donde Galadriel conoció a Halbrand, cuando ambos eran náufragos. Sauron la lleva mágicamente a esa escena primordial después de lograr acercarse a ella encarnando a su hermano muerto que, por cierto, fue asesinado por sus secuaces.

            Reconozco que los actores Morfydd Clark (como Galadriel) y Charlie Vickers (como Sauron), hacen un muy buen trabajo en los pocos minutos que dura la escena, posiblemente su mejor actuación en toda la serie. Sin embargo, me interesa más el diálogo, que cito en su totalidad. La escena comienza con una Galadriel disgustada que se niega a mirar a Sauron. Ambos están de pie en la balsa, mientras el viento arrecia y las nubes se acumulan:

SAURON: Galadriel. ¡Mírame! Galadriel. Mírame. Sabes quién soy. Soy tu amigo.

GALADRIEL: Eres amigo de Morgoth.

SAURON: Cuando Morgoth fue derrotado, fue como si un gran puño cerrado hubiera soltado su agarre de mi cuello. Y en la quietud de ese primer amanecer, por fin, sentí la luz de El Uno otra vez. Y sabía que si alguna vez iba a ser perdonado… Que tenía que sanar todo lo que había ayudado a arruinar.

Estas palabras debería hacer saltar todas las alarmas. El Sauron de Tolkien es conocido como el Engañador y el Sauron de Amazon ha estado engañando a Galadriel todo el tiempo, y bien podría ser que todavía la esté engañando, fingiendo que fue esclavizado por Morgoth y, una vez éste fue condenado, que espera ser perdonado por Eru/Ilúvatar. Es importante, sin embargo, tener en cuenta que Mairon (el nombre original del Maiar Sauron) no fue esclavizado sino sobornado (o persuadido, o seducido) por el Morgoth de Tolkien. En el discurso británico sobre el mal hay una subordinación voluntaria que no puede ser perdonada; en la versión estadounidense se da en cambio una esclavitud abierta al perdón, porque Sauron no es realmente malvado, sino un esclavo pervertido por fuerzas mayores (es decir, Morgoth). La escena continúa:

GALADRIEL: Ninguna penitencia podría borrar el mal que has hecho.

SAURON: Eso no es lo que crees.

GALADRIEL: No me digas lo que creo.

SAURON: No. Me lo dijiste. Después de nuestra victoria, dijiste que cualquier cosa que hubiera hecho antes, podría liberarme de ella ahora.

GALADRIEL: Me engañaste.

SAURON: Te dije la verdad. Te dije que había hecho el mal, y no te importó. Porque sabías que nuestro pasado no significaba nada comparado con nuestro futuro.

La Galadriel de Amazon se revela aquí como una completa boba. Que fue engañada es cierto, pero que era fácil de engañar porque estaba medio enamorada es otra verdad ineludible. No se puede ‘liberar’ a una persona del mal que reconoce haber cometido, sin preguntar en qué consistía ese mal. Intentad imaginar que no es Sauron sino Hitler quien habla para apreciar lo indefendible que es la posición de Galadriel, y cómo beneficia al villano. Sigamos adelante, mientras la tormenta se avecina:

GALADRIEL: No tenemos futuro.

SAURON: ¿No? Todos los demás te miran con dudas. Sólo yo puedo ver tu grandeza. Sólo yo puedo ver tu luz.

GALADRIEL: Me convertirías en una tirana.

SAURON: Te haría reina. Hermosa como el mar y el sol. Más fuerte que los cimientos de la tierra.

GALADRIEL: Y tú. Mi rey. El Señor Oscuro.

SAURON: No. No oscuro. No contigo a mi lado. Me dijiste una vez que nos había unido un propósito. Así es. [Sauron le pasa la daga de su hermano] Tú me unes a la luz. Y yo te uno al poder. Juntos, podemos salvar esta Tierra Media.

GALADRIEL: ¿Salvar? ¿O gobernar?

SAURON: No veo ninguna diferencia.

GALADRIEL: Y por eso… Nunca estaré a tu lado. [Ella le pone una daga en el cuello]

Suspiro con desespero… Me horroriza la gran cantidad de personas en Twitter que encuentran romántico este segmento de la escena, en especial el reflejo en el agua que muestra a Sauron con armadura como rey y Galadriel a su lado. Para empezar, NADA en esta escena es romántico. Sauron está halagando a Galadriel para controlarla. En lugar de hundir la daga en su corazón sin darle más vueltas, ella imagina cómo sería su unión, incluso sugiriendo que él podría transformarla. Sauron usa un lenguaje florido lleno de estereotipos sabiendo lo vulnerable que ella es, y luego ofrece el argumento de que tienen un “propósito” juntos porque “Tú me unes a la luz. Y yo te uno al poder”. Otro gran NO: la luz (= la bondad) y el poder como Sauron lo entiende (= la maldad) NO son compatibles. La monarquía absoluta benevolente NUNCA ha existido.

            Pero sigamos adelante. Galadriel deja de lado las reflexiones sobre el poder absoluto y reacciona amenazando a Sauron (aún sin atacarlo). Aquí el villano ‘romántico’ muestra su verdadera naturaleza, mientras rugen los truenos. Sauron termina la escena gritando:

SAURON: No tienes otra opción. Sin mí, tu gente se desvanecerá. Y la sombra se extenderá y oscurecerá para cubrir todo el mundo. Me necesitas.

GALADRIEL: Debería haberte abandonado en el mar.

SAURON: Un mar en el que estabas porque los Elfos te echaron. Si te echan por dignarte a rogarles unos pocos soldados de poca monta, ¿qué harán cuando les digas que fuiste mi aliada?, ¿cuando les digas que Sauron vive gracias a ti? Y que moriréis por mi voluntad.

Me pregunto qué ven en este diálogo los que leen la escena como un momento romántico o la serie como una historia de amor secreta. He aquí hay una mujer fuerte e inteligente que tiene la oportunidad de destruir al enemigo que ha estado buscando, y que en cambio lo rescata, no una sino dos veces: de la balsa y de sus heridas mortales después de luchar contra los Orcos de Adar. No sé si Galadriel puede matar a Sauron en esta escena, ya que es una visión que sucede en su mente, controlada por él, pero ¿por qué no lo intenta al menos? (Respuesta obvia: la temporada 2 ya se está rodando). Lo que molesta de Galadriel, como está escrita por los showrunners, es que ayuda a Halbrand porque está medio enamorada de él, circunstancia que disfraza con la misión absurda de devolverlo a su tierra como monarca perdido. Por cierto, para que su enamoramiento fuera ‘legítimo’, los showrunners hicieron viuda a Galadriel, matando a su esposo Celeborn.

            Un usuario de Twitter escribió sobre lo sorprendido que estaría Tolkien al ver al público contemporáneo entusiasmado con la idea de una relación entre Galadriel y Halbrand, pero más allá de la estupidez de querer siempre incluir un romance en todas las narrativas, lo que me preocupa es que la serie ha hecho atractivo al villano. Charlie Vickers no es tan bello como Sauron en su encarnación como Annatar, el Señor de los Dones, un personaje que asume para engañar a los Númenóreanos para que se sometan, pero la serie lo ha presentado como un objeto erótico de interés general para los espectadores y en particular para Galadriel, algo que nunca ocurre con Annatar. De hecho, Halbrand a menudo recuerda al Aragorn de Viggo Mortensen en las películas de Jackson, donde, por cierto, Sauron no habla y siempre se le ve con armadura (lo único desnudo que vemos en él es su ojo). En resumen y hablando coloquialmente, nos la han jugado con gran alevosía. Cada comentario entusiasta sobre lo bueno que está Charlie Vickers / Halbrand / Sauron es un punto a favor de la villanía. Me estremezco al pensar qué pasaría si Vladimir Putin fuera un hombre hermoso, aunque seguro que habéis notado que ningún hombre poderoso es guapo. Es así por una razón muy simple: los hombres guapos no necesitan buscar el poder absoluto para compensar otras deficiencias.

            No sé cómo va a progresar The Rings of Power y cómo los showrunners van a reescribir la subtrama del Annatar de Tolkien (las visiones de la destrucción de Númenor, de la que el villano es responsable indirecto, ya han sido incluidas en la serie), a menos que otro actor interprete a Sauron. Mi petición es que las líneas se mantengan claras y que el público no sea invitado de nuevo a admirar a hombres apuestos que resultan ser villanos espantosos. Esta es la estrategia que Sauron aplicó a los Númenóreanos, y solo hay que ver cómo terminaron. Tolkien hizo una potente advertencia hace muchas décadas sobre el peligro de dejarse engañar por atractivas apariencias falsas y es hora de que le prestemos atención. Y de que captemos de una vez que el villano NO es un personaje romántico, no importa lo apuesto que pueda ser.