[ADVERTENCIA: Esta entrada trata de la película Barbie con espoilers]

Ha pasado una semana desde que se estrenó la película Barbie de Greta Gerwig e internet rebosa con comentarios de todos los tamaños y tipos. Seguramente, no hace falta añadir el mío pero la cuestión es que cuanto más pienso en la película, más inquieta me siento. Me encantó el inteligente guión de Gerwig (coescrito con su esposo Noah Baumbach), pero al cabo de los días me ha ido corroyendo la impresión de que los arcos narrativos principales, los de Barbie y Ken, no son satisfactorios del todo.

            He leído mucho sobre lo empoderadora que es esta película para las mujeres, pero, con toda sinceridad, no lo acabo de ver. Barbie, que pasa toda la película rechazando los torpes avances de Ken, es recompensada… con un conjunto completo de genitales se supone que femeninos, que es lo que aparentemente la hace humana. El arco narrativo de su ‘dueña’ Gloria no la empodera en absoluto. Esperaba que la humilde y trabajadora Gloria fuera nombrada nueva CEO de Mattel en lugar del tipo desagradable que interpreta Will Ferrell, ya que ella restaura el equilibrio perdido en Barbielandia. Sin embargo, en su última escena Gloria aparece conduciendo a Barbie a su primera cita con el ginecólogo. ¿De qué modo es esa escena empoderadora para cualquiera de las dos? ¿Y cómo es que la junta directiva íntegramente masculina de Mattel queda intacta en la película? ¿No debería la creadora de Barbie, Ruth Handler (interpretada por la gran Rhea Pearlman), decir algo sobre la compañía que cofundó? El verdadero CEO, por cierto, es un hombre, y la verdadera Junta Directiva actualmente consta de seis hombres y cinco mujeres.

            Lo que más me preocupa, de ahí este post, son los muchos comentarios que he leído elogiando a Ryan Gosling por lucirse con su actuación como Ken. Por otro lado, muchas voces se preguntan si no tiene Ken demasiado protagonismo en la película, duda que comparto: la crisis personal de Barbie, desatada cuando siente el temor a la mortalidad de Gloria (y su desesperación ante la celulitis) queda subordinada a la crisis colectiva que atrapa a las Barbies cuando Ken regresa de su visita al mundo real con un plan para activar el patriarcado. Su arco narrativo, de Ken a Kenough es interesante, pero es al fin y al cabo la causa mayor de los males de Barbie, en lugar de una subtrama subordinada a la crisis existencial de ella.

            Según Gerwig y Baumbach, el principal problema de Ken es que mientras él depende para su auto-estima de atraer el interés de Barbie, ella lo ve principalmente como un muñeco creado para ser tan solo su accesorio. Barbielandia es un matriarcado y los Kens parecen ser solo una especie de adorno, sin vivienda propia (¿dónde duermen?) y sin función, excepto estar siempre cerca. El propio Ken de Gosling dice que su trabajo es ‘playa’, cuando se le pregunta en el mundo real, etiqueta que lógicamente confunde a sus interlocutores. Su inutilidad, falta de identidad propia y dependencia de Barbie es lo que lo impulsa a esconderse en el auto de Barbie como polizón inoportuno cuando ella decide buscar a su ‘dueña’ en el mundo real. Lo más desconcertante en la relación de Barbie y Ken es que la actitud indiferente de ella indica claramente que no es romántica, mientras que él parece considerarse su novio. Dada su falta de genitales (porque se trata de muñecos, recordemos), es difícil decir qué es exactamente lo que Ken anhela de Barbie, aunque, a medida que avanza su arco narrativo, queda claro que quiere reconocimiento como hombre.

            Me he referido aquí varias veces a la curiosa novela de Lorenzo Mediano El secreto de la Diosa (2003) que sigue siendo para mí el relato más plausible de lo que podría haber sucedido en la Prehistoria. Me acordé mucho de esta novela mientras veía Barbie. En la novela de Mediano, sus Homo Sapiens tribales viven en una sociedad matriarcal construida alrededor del culto a la Diosa, que refleja la capacidad de las mujeres para engendrar nueva vida. Dado que el sexo y el nacimiento están separados por nueve largos meses, los hombres no entienden su propio papel en la procreación hasta que un joven inteligente suma dos y dos, y ve que están siendo manipulados. Lo que acontece acto seguido es el derrocamiento violento del culto a la Diosa y la sumisión de las mujeres por medio de lo que ahora llamamos patriarcado. En Barbie Ken no hace ningún descubrimiento crucial sobre cómo el sexo y el nacimiento están conectados porque en Barbielandia no hay sexo (aunque hay una muñeca embarazada, Midge, casada con Allan, el mejor amigo de Ken, que Mattel produjo pero rápidamente se retiró del mercado por temor a que pudiera ser malinterpretada como madre soltera). Ken simplemente viaja a nuestro propio mundo y descubre, junto con Barbie, qué es un patriarcado. Aquí es donde la película se vuelve aterradora.

            Las ideas de Ken sobre el patriarcado son bastante confusas (él cree que los caballos juegan un papel importante, presumiblemente después de descubrir qué es un cowboy), pero me aterra la celeridad con la que logra destruir el matriarcado de Barbielandia, haciendo que todos los Kens laven el cerebro de todas las Barbies para que se sometan agradecidas. Gerwig y Baumbach pueden burlarse de todos los estereotipos asociados a la masculinidad patriarcal, pero Ken es un hombre con una misión y esa misión es monstruosa. Gloria (interpretada por America Ferrera) recibe el encargo de devolver las obnubiladas mujeres a la cordura matriarcal recitando todas las formas en que los hombres en el mundo real socavan nuestros cuerpos y mentes. Esto, por supuesto, es lo que se supone que debe hacer el feminismo: abrir los ojos de las mujeres a la realidad patriarcal, renovar su conciencia de quiénes somos realmente. Sin embargo, aunque este proceso puede funcionar para las Barbies, que logran restaurar su poder y sus instituciones matriarcales, no hace nada por los Kens (ellos parecen, de todos modos, más interesados en luchar entre sí).

            Vi la película el 22 de julio, el día antes de las elecciones generales en España, cuando todavía existía la posibilidad de que el partido ultra-patriarcal de derechas Vox entrara en el Gobierno y, creedme, el golpe de Estado de Ken me pareció una alegoría horripilante. Aun así, tuve que preguntarme por qué las Barbies no encontraron la manera de integrar a los Kens en su democracia. La imagen del Parlamento todo rosa y femenino votando para entrar de nuevo en acción es empoderadora, sin duda, pero también preocupante porque es la contrapartida de la junta ejecutiva masculina y misógina de Mattel en la versión de la ‘vida real’ de la película. Como he dicho, no hay espacio en esa Junta para Gloria, pero tampoco hay espacio para los Kens en la sede del poder de las Barbies.

            Margot Robbie, que interpreta de maravilla a la constantemente sorprendida Barbie, también es una de las cuatro productoras de la película (los otros tres son hombres) y pudo influir por lo tanto en el desarrollo del guion. Al parecer, sus amigas se han burlado con cariño de ella por haber evitado convertir la historia de Barbie y Ken en un romance, perdiendo así la oportunidad de besar al atractivo Ryan Gosling. Robbie insistió en que el arco narrativo de Barbie no debería llevar al amor y, como he señalado, ese arco concluye con la transformación de la muñeca en una mujer de carne y hueso. ¿Qué se le da a Ken? Pues se le da una sudadera de colores con la leyenda ‘I Am Kenough’ impresa en la parte delantera (leyenda que anuncia que Ken es al fin ‘suficiente’); el hoodie por cierto, será puesto a la venta en breve por Mattel, que no pensó de antemano que podría interesar.

            Si Ken es finalmente ‘Kenough’, esto significa que antes no era suficiente. Ken sigue sin ser suficiente para Barbie, pero acaba bastándose para ser, en suma, su propio hombre. Me parece un mensaje muy positivo (la misoginia patriarcal terminará el día en que los hombres dejen de sentirse resentidos porque necesitan a las mujeres), pero me alarma un tanto que estemos construyendo una doctrina post-posmoderna de las ‘esferas separadas’ (en denominación Victoriana), en las que el amor queda fuera de la ecuación, incluso la posibilidad de que hombres y mujeres compartan el poder y sientan el placer de la mutua compañía. Ken termina donde comenzó, en la playa, solo que menos inclinado a perseguir a Barbie ahora que es su propio hombre. Ya no es solo el accesorio de Barbie, sino el poseedor de su propia identidad; ‘Kenough’ indica que ahora es ‘lo bastante hombre’ para no necesitarla a ella, aunque tengo dudas sobre si así es feliz y no querrá volver al patriarcado.

            Mattel ya ha anunciado su intención de lanzar tantas secuelas como puedan de Barbie, lo cual es, por supuesto, un grave error. La película de Gerwig es adorable como parodia, y no debe leerse como un anuncio de dos horas de duración para vender los productos asociados a Barbie. Inevitablemente, esto es en lo que se convertirá, ya que su increíble rendimiento en taquilla se ha convertido en la lluvia de millones que Mattel necesitaba urgentemente para salir de la zona de números rojos. La decisión improvisada de vender una línea completa de merchandising con la palabra ‘Kenough’ da una pista sobre lo poco que Mattel entendió la película de Gerwig, pero también de lo rápido que se están poniendo al día. Gerwig ha declarado que no tiene más que darle a Barbie, pero Mattel y Warner Bros. sin duda encontrarán alternativas, tanto para dirigir como para escribir las secuelas. La primera secuela se enfrenta, en cualquier caso, al desafío de qué hacer con una Barbie completamente humana en nuestro mundo patriarcal, y al desafío secundario de si Ken debería seguir el mismo camino. No pinta bien.

            Disfrutad de Barbie, pero no compréis Barbies; amad la parodia, pero rechazad la alegría con la que los Kens disfrutan del patriarcado; celebrad el poder de las mujeres, pero pensad en cómo mejorar la comunicación con los hombres. Al menos con los que son Kenough. Y nunca votéis por los otros tipos ni os dejéis lavar el cerebro, ya seáis mujeres, hombres o no binarios. Por cierto, las muñecas ‘de género neutro’ de la línea Creatable World que Mattel lanzó en 2019, se dejaron de producir en 2021; ninguna aparece en Barbie.