Conté en una entrada escrita hace cuatro semanas que Shirley Jackson se había inspirado para la mansión de The Haunting of Hill House (La maldición de Hill House, 1959) en la Casa Crocker de San Francisco, diseñada por su bisabuelo Samuel Charles Bugbee. Hoy vuelvo a la novela de Jackson para hablar del papel del diseño de producción como herramienta narrativa en sus dos adaptaciones cinematográficas: The Haunting (La casa encantada, 1963) de Robert Wise, y la película homónima de 1999 de Jan de Bont (conocida en castellano como La guarida), que no es un remake sino una nueva adaptación de la novela.

            Todas las novelas sobre casas encantadas tienen el mismo problema: siempre están incompletas porque los lectores necesitan ver qué hace que el lugar sea tan aterrador. Los lectores pueden satisfacer su curiosidad buscando una imagen de la casa real que inspiró al autor, si es que hay alguna en particular. O ver la adaptación cinematográfica, de nuevo si hay alguna en particular. La descripción casi nunca es suficiente, aunque al menos Jackson comenta que Hill House es tan inquietante porque no hay un solo ángulo recto en ella: el edificio entero está algo torcido. Ya había visto las versiones de Wise y de Bont hace mucho tiempo, pero no de forma consecutiva y verlas ahora juntas ha supuesto un ejercicio muy interesante para abordar la adaptación cinematográfica desde la perspectiva del diseño de producción.

            Para aquellos que no prestan atención cuando se entregan los Oscar en las categorías técnicas, el diseñador de producción es responsable del aspecto general de una película, mientras que el director de arte está a cargo de implementar la visión del diseñador. Juntos aportan la escenografía de la película, que también se complementa con el vestuario y el diseño de sonido, además de los efectos especiales y, por supuesto, la fotografía. El mismo diseño de producción puede tener un aspecto muy diferente dependiendo de cómo el director de fotografía ilumine el set y lo retrate.

            En general, los diseñadores de producción pasan desapercibidos, lo que paradójicamente es señal de que su trabajo está bien hecho. Desde las películas históricas ambientadas en el pasado hasta las de ciencia ficción ambientadas en el futuro, pasando por las películas ambientadas en el presente, el papel del diseño de producción es proporcionar a los personajes un entorno que haga verosímiles sus acciones. El mejor diseñador de producción de todos los tiempos debe ser Cedric Gibbons, quien ganó el Oscar 11 veces, habiendo recibido 39 nominaciones (ambas cifras son récords); Gibbons también diseñó la estatuilla del premio. Si tienes curiosidad puedes echar un vistazo al resto de nominados y ganadores de los Oscar al mejor diseño de producción aquí. El Oscar de este año fue para la adaptación alemana de la obra de Erich Maria Remarque Sin novedad en el frente (diseño de producción de Christian M. Goldbeck y Ernestine Hipper).

            El diseño de producción es importante en todos los géneros cinematográficos, pero sin duda es una herramienta narrativa clave en las películas de terror. Seguramente vienen a la mente imágenes de edificios misteriosos, espacios oscuros, y muebles y decoración antiguos, aunque el maestro cineasta Stanley Kubrick logró usar espacios bien iluminados para horrorizar al público en El resplandor (diseño de producción de Roy Walker, novela de Stephen King). En la notable película de Tobe Hooper Poltergeist (diseño de producción de James H. Spencer) una casa ordinaria en una típica urbanización acosa a una familia estadounidense, con los fantasmas manifestando su presencia a través de elementos mundanos como el televisor (antes que lo hiciera Hideo Nakata en Ringu!) y el armario vestidor.

            La Hill House de Jackson es una construcción victoriana y, como tal, está llena de múltiples objetos decorativos que crean todo tipo de sombras, aunque, sobre todo, lo que hace que su mansión sea aterradora es su gran tamaño (los personajes a menudo se pierden entre sus cincuenta habitaciones) y elementos que de hecho no dependen del tipo específico de arquitectura: la casa tiene una zona gélida, las puertas se cierran sin intervención humana, se escuchan ruidos fuertes en la noche. Las dos adaptaciones de Wise y de Bont ignoran el parque, el bosque y el arroyo descritos en la novela, lo que hace que el escenario sea aún más claustrofóbico. Ambos directores coinciden en el uso para las tomas exteriores de mansiones inglesas, utilizando para las tomas interiores decorados construidos en un estudio.

            La película de Wise tenía un presupuesto moderado, de poco más de 1 millón de dólares, y tuvo que ser rodada por contrato en blanco y negro, una limitación a la que el director de fotografía Davis Boulton supo sacar provecho. El exterior corresponde a Ettington Park, en Warwickshire, una mansión victoriana construida por John Prichard, que en realidad es una remodelación (realizada entre 1858 y 1862) de una mansión mucho más antigua. Si tienes curiosidad por visitarla, Ettington Park es ahora un hotel. Al parecer, las estrellas de la película, Julie Harris y Claire Bloom, y parte del equipo de producción, se alojaron allí durante el rodaje, pero no sin cierta inquietud. Wise le pidió a Boulton que hiciera que la casa pareciera lo más amenazadora posible, efecto que consiguió usando película infrarroja. Wise siempre ha citado al productor Val Lewton como su principal inspiración, pero creo que sería injusto no mencionar el trabajo de Lyle R. Wheeler como diseñador de producción para Alfred Hitchcock en Rebecca, película en la que la mansión de Maxim de Winter, Manderley, es, como ocurre en la novela de Jackson con Hill House, un personaje principal más.

            Ettington Park fue elegida por el diseñador de producción de Wise, Elliot Scott, quien construyó los decorados para las tomas interiores en un estilo mixto victoriano-rococó en los estudios británicos de la MGM en Borehamwood, Hertfordshire. A diferencia de lo que podría esperarse en una película de terror, los sets de Scott están en su mayoría bien iluminados y no tienen rincones oscuros, aunque, inusualmente, tienen techos, lo que aumenta la claustrofobia general. Tendréis que ver la película, disponible en Archive.org, para tener una idea precisa del trabajo de Scott, ya que, curiosamente, las imágenes disponibles en Google son en su mayoría oscuras.

            El efecto que Scott perseguía era que la casa fuera inquietante en lugar de repulsiva, y de hecho no hay nada espeluznante en sus sets. Eleanor, la protagonista, incluso le dice al ama de llaves, la Sra. Dudley, que la casa entera se ve bien cuidada, y comenta (con su voz en off) que aunque los muebles se ven feos, son cómodos. Este ambiente incluso acogedor cuestiona el uso de espacios viejos y abandonados, que tanto abundan en las películas de casas embrujadas. Curiosamente, años más tarde, Scott fue diseñador de producción de películas muy diferentes: Indiana Jones y el Templo Maldito, Dentro del laberinto, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? e Indiana Jones y la última Cruzada, su trabajo final.

            Críticos y espectadores coinciden en que la película de Wise es muy superior a la de de Bont, que parece haber estado condenada desde el principio. Steven Spielberg era el director original y Stephen King el guionista, pero sus diferencias creativas pusieron fin a su colaboración. King, un gran admirador de la obra de Jackson, había tomado prestada la premisa de la casa embrujada para El resplandor y la volvió a tomar prestada para la miniserie Red Rose (2002). De Bont, que había dirigido Speed y Twister, estaba teniendo problemas con Minority Report y Spielberg intercambió proyectos con él. Al final, Spielberg, uno de los productores, quedó tan descontento con The Haunting que retiró su nombre de los créditos.

            La película de de Bont tiene una calificación bastante baja en IMDB (solo un 5, en comparación con el 7.4 de Wise), puntuación que me parece injusta pero también comprensible. Ninguna de las dos películas, la de Wise o la de Bont, es realmente una cinta de terror y me maravilla la frecuencia con la que la película de 1963 aparece en la lista de las mejores películas de terror de la historia (la novela de Jackson tampoco es tan aterradora). Sin embargo, la película de Wise tiene una coherencia conceptual y estética totalmente ausente en la película de de Bont, un problema que tiene que ver sobre todo con el trabajo más que cuestionable del diseñador de producción argentino Eugenio Zanetti.

            El guionista de Wise, Nelson Gidding, no logró persuadir a Jackson para que aceptara su visión de su novela como una especie de alucinación de Eleanor, quien sin duda sufre de una enfermedad mental, pero mantuvo destellos de su visión en el guión, por lo que persiste la duda de si ella es el origen de los fenómenos que todos presencian. El guionista de De Bont, David Self, vinculó a Eleanor con Hill House como descendiente directa del magnate local Hugh Crain, y lo convirtió a él en un depredador de niños al que ella envía el infierno. A mí me gusta esta versión de la trama porque, de hecho, Jackson se olvida por completo de explicar qué es exactamente lo que ha embrujado Hill House (de ahí la astuta lectura de Gidding). El problema es que la posible sutileza que pueda haber tenido el guión de Self queda destruida por el estrafalario diseño de producción de Zanetti.

            Para el exterior de Bont utilizó Harlaxton Manor, en Lincolnshire, una mansión inglesa con un pedigrí medieval, que es hoy el campus británico de la Universidad de Evansville. Construido por Anthony Salvin y William Burn utilizando los antiguos estilos jacobeo e isabelino para la fachada y una decoración barroca para el interior, es un monstruo de edificio, que empequeñece totalmente a Ettington Park y apenas necesita efectos fotográficos para parecer abrumador. Zanetti utilizó su suntuoso Gran Salón como uno de los decorados de la película, pero empleó entre 8 y 10 millones de dólares (de un presupuesto de 80 millones) para construir el resto dentro de un gigantesco hangar en Long Beach, California.

            Zanetti, un reputado diseñador de producción con un Oscar en su haber por Restauración (1995), simplemente hizo un mal uso de ese dinero al construir sets que son demasiado grandes y muy caprichosos. Self incorporó esa impresión al guión al hacer que uno de los personajes bromee diciendo que la casa es un cruce entre Charles Foster Kane, el protagonista de la película de Orson Welles Ciudadano Kane, y Los Munsters. La mansión Xanadú de Kane (diseño de producción de Van Nest Polglase) se basó en el castillo construido por Julia Morgan para el magnate de la prensa Randolph Heart, todo un monumento al ego y el mal gusto de este hombre. Parece claro que Zanetti tenía en mente a Kane o a Hearst, pero la avalancha de detalles góticos que añadió les da a sus diseños un aire camp demasiado cercano, como se ha señalado, a Los Munsters. Los estupendos efectos especiales de Phil Tippet utilizan bien las abundantes estatuas de niños y las enormes puertas que parecen ser un portal al infierno, pero en general los diseños de Zanetti no logran proporcionar a la historia de Jackson, ni al guión de Self, la verosimilitud requerida, siempre teniendo en cuenta los códigos de terror de la película; de ahí su fracaso.

            En resumen, mientras que en la película de Wise el diseño de producción de Scott llama la atención sin ser intrusivo, en la versión de de Bont el trabajo de Zanetti llama la atención de manera errónea, al impedir que Hill House sea creíble como ubicación real. A lo largo de la película, somos conscientes con gran incomodidad de que los personajes interactúan en lo que claramente es un plató de rodaje con un diseño fuera de control, y esto mata la película. Hay noticia de la constante incomodidad de los actores en el set de rodaje, y de la resistencia del equipo de producción a quedarse allí una vez caía la noche, pero supongo que se trata de publicidad para tratar de infundirle a la película una atmósfera claustrofóbica de la que carece.

            No he visto la nueva serie de Netflix The Haunting of Hill House, la tercera adaptación de la novela de Shirley Jackson, aunque por lo que voy leyendo es muy diferente de su fuente en cuanto a la trama. Espero, sin embargo, que mi post de hoy haya llamado su atención sobre el diseño de producción y que ahora tengáis algunos elementos más para juzgar el trabajo de su diseñador de producción Patricio M. Farrell. Ya me contaréis.