A todos los caídos en una guera que no debío ser nunca. 1936-1939

 

Esta es la placa que puede verse en la fachada de la iglesia de Margalef. Seguro que no es una solución que contente a todos. Ni siquiera dice toda la verdad, pues desvía la atención de tantos crímenes dirigiéndola hacia los campos de batalla ¿Quiénes son los caídos? ¿Dónde se nombra a los ajusticiados en montes, patios o cementerios? ¿Por qué se iguala a quienes comenzaron la guerra, y esperaban sacar partido de su victoria, con las víctimas de los bombardeos de las ciudades? Tampoco nos habla de los crímenes de la posguerra, ni de los maquis que abundaron en esos contornos, ni del exilio y la dictadura, ni de tantas otras cosas.

Quizás sea una mentira como tantas otras, un recurso, un acuerdo para poder sustituir la antigua placa, el terrible homenaje con que se gratificaron los vencedores, por otra que, al menos, diga también que hubo otros muertos.

Quizás hiera a alguien, pero no creo que fuese colocada con ese propósito. Quizás sea una buena solución. O quizás sea una estupidez que pospone demasiadas cosas. Pero ahí está, barajando la memoria o barajando los intereses. Mejor que antes, aunque habrá quien diga que ahora debiera haber una que durante 40 años reconozca a los muertos por la república y después ya hablaremos. Pero Margalef es un pequeño, muy pequeño pueblo, y alguna solución hay que encontrar. Para los muros y para el día a día. Quizás esta. Quizás.