Excavación » Arquitectura defensiva

Al Sudeste de la Cima, donde se localizaban los edificios singulares, existía una importante obra de fortificación, que defendía la ladera más accesible del Cerro de El Trigal por esta parte del asentamiento. Estaba constituida por terrazas defensivas, rodeadas por cuatro líneas de muralla, que cierran el acceso y que configuran un reducto defensivo, un gran bastión que podemos estimar en unas dimensiones de unos 1200 m2. En las terrazas defensivas superiores del Bastión se han encontrado depósitos y apilamientos de guijarros, que había sido dispuestos para ser empleados como proyectiles de honda.
El empleo de hondas en la defensa se veía facilitado por la elevación de las terrazas defensivas del bastión, que permitían lanzar a mayores distancias los proyectiles. El uso de hondas, una herramienta que pudo destinarse a la caza o a la protección de campos cultivados frente a las aves, conllevaba la posibilidad de que cualquiera que supiera utilizarla pudiera participar en la defensa de la comunidad. Seguramente hombres y mujeres, niños y niñas, podrían saber utilizarla desde edades temprana, lo que permitía una defensa colectiva en la que podía participar la mayor parte de la comunidad.
Además de los proyectiles de honda, también existían dardos con punta de obsidiana, que se lanzaban mediante un propulsor (estólica), que también debieron ser utilizados en la defensa de la comunidad.