Vuelvo a The Expanse de James S.A. Corey, serie de la que hablé hace dos entradas, esta vez para reflexionar sobre las estrategias necesarias para afrontar una lectura tan larga con fines académicos.

            Mientras que las novelas convencionales y/o literarias generalmente se publican como volúmenes independientes, las series abundan en la ficción de género. A veces están atadas a la presencia de un protagonista en particular, ya sea Miss Marple de Agatha Christie (presente en sus novelas de detectives entre 1930 y 1976) o Miles Vorkosigan de Louise McMaster Bujold (presente en sus novelas de ciencia ficción desde 1986). La serie satírica de fantasía sobre el Discworld (o Mundodisco, 1986-2015) de Terry Pratchett se articuló en torno a su ubicación y su creciente elenco de personajes, presentes en 45 novelas. La serie de aventuras marinas Aubrey-Maturin de Patrick O’Brian se extendió a 20 emocionantes novelas, mientras que Benito Pérez-Galdós escribió una formidable serie de 46 novelas históricas para sus Episodios Nacionales (1872-1912). Y estas no son de ninguna manera las series más largas. Cole Salao llama la atención en un post titulado “Las 12 series de libros más largas que jamás hayan existido” sobre la serie de fantasía heroica Guin Saga de la autora japonesa Kaoru Kurimoto (1953-2009) como la serie más larga de la historia. La serie se extendió a 147 volúmenes y 26 novelas paralelas, informa Wikipedia, “con los últimos diecisiete volúmenes (+ cinco historias secundarias) publicados póstumamente”.

            No tengo en mente, sin embargo, series extremadamente largas como las que he mencionado, pero sí series como The Expanse que son más largas que el promedio (de la trilogía a la heptalogía) pero mucho más cortas que estas maxiseries. La fantasía y la ciencia ficción están plagadas ahora de trilogías y series más largas, y con esto quiero decir que es cada vez más raro encontrar novelas independientes. Los editores, obviamente, prefieren ordeñar la vaca si ven en un primer volumen la promesa de volúmenes exitosos posteriores, y los escritores siguen esta práctica explotando un universo particular hasta la muerte (a veces literalmente). Para los lectores que (como una servidora) prefieren la variedad de la novela única en lugar de comprometerse con una larga serie, esto es una molestia.

            En una reciente conversación con amigos del circuito catalán de CF, algunos comentaban que para cuando aparece el siguiente volumen uno se ha olvidado de la trama del anterior, suponiendo que se tenga suerte y el autor no te deje colgado, como ha hecho George R.R. Martin. Al igual que mis amigos, he pasado de innumerables novelas que tienen una continuación o he decidido esperar hasta que el autor termine la serie, táctica menos emocionante pero que tiene más sentido para mí como lectora (también, cada vez más, como espectadora de series de televisión). En el caso de Harry Potter, llegué a la serie a mitad de camino, en el quinto volumen, con dos más por delante, y una vez que Rowling terminó, la leí de nuevo, de pies a cabeza; aquí es cuando realmente disfruté de su saga. Soy muy consciente de que a muchos lectores, particularmente de fantasía, les encantan las series largas, pero, tengo que enfatizarlo, como se dice en inglés ‘esta no es mi taza de té’.

            Mencioné en mi otra publicación sobre The Expanse que estoy preparando un libro sobre ciencia ficción y masculinidades y dejadme deciros que en lo que respecta a la investigación y la enseñanza, las series son un problema importante. Mi libro tendrá quince capítulos cortos (6000 palabras), pero cubre cincuenta novelas principales porque necesito considerar series y trilogías en la mayoría de los casos. Elegir las novelas ha sido toda una pesadilla porque he tenido que leer el doble de novelas hasta que elegí mi lista final. Esto me ha llevado muchas, muchas, muchas horas a lo largo de los últimos dos años, mientras que en comparación para mi último libro (Detrás de la máscara: masculinidades americanas en el documental contemporáneo, de próxima publicación) he pasado unas 200 horas viendo documentales.

            Sé que los novelistas no piensan en investigadores o profesores sino en lectores que quieren entretenerse el mayor tiempo posible al escribir, pero lo que estoy diciendo aquí es que la investigación y la enseñanza están condicionadas por limitaciones de tiempo y podríamos terminar con una visión de la ficción de género limitada a las novelas independientes que tiene poco que ver con su realidad. He enseñado Harry Potter a una clase de estudiantes que ya estaban familiarizados con esta heptalogía, pero si tuviera que enseñar un curso semestral sobre la ciencia ficción o fantasía más reciente, la popularidad actual de las series sería un problema, ya que no puedo encajar más de cinco libros en un semestre (alrededor de 1500 páginas como máximo). No podría, por ejemplo, enseñar The Expanse, ni proponer a ningún estudiante que escriba una tesina de Grado o Máster sobre ella; tal vez podría sugerir que podría ser material para un capítulo en una tesis doctoral, tal como será el tema de un capítulo en mi libro, pero aun así, nueve novelas son mucho. La última tesis doctoral que he leído se basaba en solo ocho.

            Específicamente, las nueve novelas de James S.A. Corey (seudónimo de Daniel Abraham y Ty Franck) tienen 4941 páginas en la edición en ingés que he leído: Leviatán Wakes (561), Caliban’s War (595), Abbadon’s Gate (539), Cibola Burn (581), Nemesis Games (530), Babylon’s Ashes (536), Persepolis Rising (549), Tiamat’s Rage (531) y Leviathan Falls (519), a la que hay que añadir Memory’s Legion, el volumen de ficción corta asociada (422), con un total de 5363 páginas. No redacto este post como “lectora de a pie” o “común”, siguiendo la etiqueta de Virginia Woolf, sino como académica que debe tomar decisiones sobre cómo usar su tiempo para un proyecto en particular. Como comenté antes, leí la primera novela de The Expanse cuando buscaba obras para analizar en mi libro y no me gustó, pero, repasando innumerables comentarios de lectores en GoodReads, me di cuenta de que no podía hablar de ciencia ficción y masculinidad sin un capítulo sobre el Capitán Holden, quien es, de hecho, un gran personaje quijotesco. Así que compré los libros (112 euros invertidos en un solo capítulo) y me preparé.

            Por lo general, releo las novelas sobre las que escribo dos veces al menos, si no tres, pero no puedo leer diez volúmenes dos veces (sí he leído la primera novela dos veces). Esta limitación ha sido un verdadero desafío en términos de cómo tomar notas porque tuve que rastrear todo lo que los autores dicen sobre Holden mientras daba sentido a la trama. Afortunadamente para mí, se trata de una serie impulsada por la acción y los autores resumen muy generosamente de vez en cuando lo que ha sucedido y cómo Holden ha participado en los eventos, pero aun así terminaré con montones y montones de citas y notas. Posiblemente 25000 palabras.

            He pasado unas seis semanas leyendo solo The Expanse, lápiz en mano, algunos días durante una hora, otros durante seis, todo el tiempo pensando ‘esto va sobre Holden y necesito la menor cantidad de citas posible, porque mi capítulo tiene solo 6000 palabras’. Para una novela independiente de 500 páginas, normalmente seleccionaría 50 pasajes, tomaría unas 100 notas y profundizaría al máximo en ella. Aquí me he limitado principalmente a unos doce pasajes de cada novela, pero aun así todavía tengo que lidiar con 108 pasajes en total (más o menos), cuando tengo espacio para quizás diez en el capítulo. Sí, he pensado en usar todo el tiempo que he pasado leyendo, y la toma de notas, etc., para escribir otros artículos, aunque en este punto creo que debería escribir un libro entero sobre The Expanse.

            Mi lectura de The Expanse ha sido tan intensa e inmersiva que me ha llevado una semana volver a leer otros libros (y soy una persona que lee todos los días). He leído hasta ahora ensayos, pero todavía no puedo leer novelas. ¿Me he divertido? Sí, inmensamente. Una vez que pasé por el primer libro, ha sido muy divertido (¿no es ese el sentido de la vida académica?). Los autores son muy listos y escriben capítulos cortos, de entre diez y quince páginas, que te incitan a seguir leyendo (uno más, solo uno más…). Además, focalizan los capítulos a través de diversos personajes, evitando tanto la omnisciencia como el punto de vista en primera persona (lo llaman ‘tercera persona cercana’), y esto contribuye al disfrute del lector. La trama tiene muy poco que sea nuevo e incluso en algunos puntos es puro pulp y cliché, pero aprecio que los autores hayan hecho un esfuerzo para mantener el tren (o la nave espacial) en marcha tan bien durante tantos miles de páginas. La parte más difícil de leer The Expanse ha sido combinar sus guerras planetarias y villanos megalómanos con los eventos en la vida real de la invasión rusa de Ucrania. En algunos momentos, Vladimir Putin y el villano Winston Duarte parecían ser el mismo tipo loco, con tres siglos de diferencia.

            Ahora sé mucho sobre James Holden, pero he aquí el siguiente problema: ¿cómo puedo dar sentido a ese conocimiento en 6000 palabras, incluyendo al menos quince fuentes secundarias? He decidido terminar de tomar notas y citas, y luego escribiré un borrador sin mirarlas, para saber qué piensa mi mente sobre qué es importante o trivial. Es curioso cómo puedo resumir 5363 páginas en 30 palabras (es una historia sobre cómo la manipulación de la peligrosa tecnología alienígena amenaza con causar un apocalipsis humano cuando otra especie alienígena, que exterminó a los alienígenas originales, se enoja) pero me siento incapaz de analizar al protagonista en menos de 6000. Soy, por cierto, el tipo de especialista literaria que realmente disfruta comentando textos, en lugar de rendir homenaje a la teoría literaria, lo que significa que en este momento me siento muy frustrada porque no puedo mostrar en toda su extensión con cuánto cuidado James S.A. Corey caracteriza a Holden. Creo que he encontrado un patrón en cómo reacciona su novia Naomi Nagata a sus episodios de heroísmo quijotesco (mayormente con enfado), y espero que esto me dé la clave del capítulo. En cuanto al resto de capítulos de mi libro, siento ahora que si puedo comentar diez libros en un capítulo, el resto será pan comido. Esta es, por cierto, la razón por la que he decidido comenzar con The Expanse.

            En definitiva, ha sido mi intención en este post comentar, por un lado, el problema que suponen las series (impresas) de ficción de género para la investigación y la docencia y, por otro lado, animar a los investigadores a trabajar en ellas. No puedo enseñar The Expanse, debido a las limitaciones de tiempo y la cantidad de lectura que los estudiantes están dispuestos a aceptar, pero puedo escribir sobre ella y tengo la intención de hacerlo. Está siendo una experiencia singular, pero he disfrutado de mi tiempo en compañía de James Holden y la tripulación de su nave Rocinante, quizás porque es un personaje quijotesco y lo que hacemos manteniendo vivos los estudios literarios hoy en día es igualmente quijotesco. Así que, gracias James S.A. Corey, ojalá encontremos la manera de llegar a otras estrellas y liberar a la humanidad de todas las amenazas internas y externas.