El título de la entrada de hoy es en parte el del del volumen que he editado junto con mi querida amiga M. Isabel Santaulària, Detoxing Masculinity in Anglophone Literature and Culture: In Search of Good Men. Publicado hace un par de semanas, el volumen ha estado en preparación durante casi tres años desde su concepción hasta la publicación, un largo proceso durante el cual la imagen de los hombres se ha deteriorado aún más.
A Isabel y a mí nos preocupa que el patriarcado nunca sea demolido a menos que a los hombres (y mujeres) se les ofrezcan figuras masculinas que puedan ser admiradas y cuyo comportamiento pueda ser imitado, al igual que a nosotras, las mujeres, se nos ofrecen figuras femeninas admirables para que nos sirvan como modelos a seguir. Parte de la razón por la que la toxicidad asociada a la masculinidad está creciendo es que los hombres a los que se les dice que su conducta patriarcal no puede ser corregida encuentran consuelo en hombres patriarcales aberrantes que predican que la masculinidad solo puede ser descaradamente patriarcal. Personalmente creo (y predico…) que la masculinidad puede y debe ser antipatriarcal, porque el patriarcado es un sistema de opresión basado en el poder que se presenta como la masculinidad misma cuando en realidad oprime a muchos hombres sin poder. Además, como estamos viendo, muchas mujeres son entusiastas partidarias del patriarcado entendido como una organización social jerárquica basada en el poder y, por lo tanto, en la violencia, la intimidación y la represión contra las personas más desfavorecidas (la mayoría de la sociedad).
Isabel y yo decidimos que un volumen colectivo en lugar de una monografía escrita por nosotras dos sería más productivo con respecto a nuestro proyecto conjunto de encontrar buenos hombres en la ficción anglófona de todo tipo (novelas, relatos, teatro, cine, series) y no ficción (documentales, memorias). Ese era nuestro objetivo principal: encontrar personajes u hombres de la vida real representados en distintos tipos de textos que pudieran ensalzarse como ejemplos de masculinidad desintoxicada. Para ello, invitamos a un conjunto de especialistas en nuestro campo, en su mayoría afincados en España, con los que habíamos colaborado anteriormente, o que simplemente conocíamos de la vida académica, y que en muchos casos tenemos el honor de llamar amigas y amigos. Hemos conocido a dos de los autores, sin embargo, ya como colaboradores de nuestro volumen, sin duda una sorpresa muy agradable.
En nuestra convocatoria explicamos el propósito del libro y pedimos a nuestros colaboradores que propusieran capítulos que reflejaran la necesidad de encontrar hombres buenos. En el proceso de confeccionar los capítulos, sin embargo, y en parte porque nuestros editores en Palgrave cambiaron el orden del título y el subtítulo, lo que debería haber sido un libro sobre los hombres buenos ya presentes de una manera u otra entre nosotros, ha terminado siendo un libro principalmente sobre el problema de si la masculinidad puede ser desintoxicada, es decir, separada del patriarcado. El duro proceso de desintoxicación de la masculinidad e incluso de la narrativa en sí misma se ha transformado en el núcleo central en aproximadamente la mitad de los capítulos, y solo la otra mitad se centra en ejemplos de hombres buenos.
Nuestro volumen consta de dieciséis capítulos, subdivididos en cinco secciones: literatura, ficciones transnacionales, fantasía, ciencia ficción y una sección que terminamos llamando ‘cercanos a la vida’. Todos los editores saben que en una convocatoria abierta como la nuestra la principal dificultad es organizar los capítulos, que pueden resultar ser demasiado misceláneos como para adaptarse a cualquier tipo de marco referencial. Nosotras optamos por un orden cronológico aproximado, desde Austen hasta las series de televisión de ciencia ficción actuales, con la sección final como una especie de coda. Sé que un editor (o co-editora en mi caso) no debe reseñar su propio volumen, pero personalmente estoy muy satisfecha con la forma en que los capítulos, todos muy diversos, dialogan entre sí, destacando las áreas oscuras donde la masculinidad patriarcal tóxica impera y ofreciendo esperanza para una liberación antipatriarcal de los hombres.
La Parte I, Literatura, comienza con “The Visible-Invisible Good Man in Jane Austen’s The Watsons” de David Owen, un artículo que, curiosamente, propone que, aunque los personajes patriarcales tóxicos aparentemente dominan esta novela inacabada, la autora presentó como personaje secundario a un hombre que merece muchos elogios de la acosada heroína: un humilde clérigo caballeroso. Austen, por supuesto, idealizó la masculinidad en personajes como Darcy y Mr. Knightley, pero luchó por convencer a los lectores de que los hombres menos atractivos (estoy pensando en Edward Ferrars en Sentido y Sensibilidad) también encarnan un tipo deseable de bondad masculina. Dejaré el problema de lo difícil que es crear hombres buenos atractivos de ficción que sean sexis para otra entrada, pero señalaré que este es un problema importante. En “Ishmael’s Detoxing Process: Escaping Domestic Homogeneity in Moby-Dick”, Rodrigo Andrés destaca cómo las comunidades masculinas, tal como la que navega a bordo del Pequod del capitán Ahab, pueden ser escuelas para enseñar cómo desintoxicar la masculinidad; de hecho, podemos leer la obra maestra de Melville como el proceso por el cual Ishmael denuncia como inaceptable la masculinidad tóxica de su capitán. Dídac Llorens-Cubedo examina en “From Brutal to Spiritual Men in T.S. Eliot’s Poetry and Drama: Sweeney and Beyond”, cómo Eliot pasa del Sweeney primitivo y terrenal de los poemas a los personajes masculinos más sofisticados y autoconscientes de sus obras teatrales. Gerardo Rodríguez-Salas explica en “Hybrid Masculinities in D.H. Lawrence’s ‘The Blind Man’ and Raymond Carver’s ‘Cathedral’” cómo la masculinidad puede llegar a desintoxicarse cuando hombres muy diferentes se ven obligados a estar en contacto y los valores reprensibles del hombre tóxico se revelan ante el lector como un antimodelo de conducta.
La sección sobre ficciones transnacionales comienza con “Of Tender Hearts and Good Men: Reading Australian Masculinity in Tim Winton’s Fiction” de Sarah Zapata, capítulo en torno a un autor del que mi coeditora y yo misma no sabíamos nada, pero que es un ejemplo bien conocido de cómo Australia puede cuestionar sus propios estereotipos masculinos. Winton defiende una ética del cuidado y una masculinidad solidaria, que personalmente veo como una de las estrategias más factibles para desintoxicar la masculinidad, si los hombres pueden convencerse de que el cuidado de los demás no tiene por qué ser visto como algo femenino, tal como todavía es el caso. Bill Phillips “‘A Good Man is Hard to Find’: The Making of Michael ‘Digger’ Digson”, trata de la ficción del novelista caribeño Jacob Ross, caracterizada por una presentación honesta y sin adornos de la masculinidad patriarcal tóxica, pero también por la alternativa encarnada por su protagonista. Pilar Cuder-Domínguez examina en “Black Masculinities in the Age of #BLM: Zadie Smith’s On Beauty” lo difícil que es para Levi Belsey, un chico birracial de clase media, convertirse en un buen hombre en vista de los prejuicios contra los jóvenes como él y lo tentador que es abrazarlos.
La sección sobre fantasía es la más abiertamente dedicada a los hombres buenos. Auba Llompart aplaude en “‘Some Wizards Just Like to Boast that Theirs Are Bigger and Better’: Harry Potter and the Rejection of Patriarchal Power”, cómo el héroe de Rowling demuestra su bondad innata rechazando los instrumentos de su empoderamiento heroico tras lograr controlar y suprimir la villanía. En “A Lover Boy with Battle Scars: Romance, War Fiction, and the Construction of Peeta Mellark as a Good Man in The Hunger Games Trilogy” Noemí Novell describe cómo los géneros nombrados en su título dan forma al gran héroe aún poco elogiado de Suzanne Collins. Escuchar a Noemí enumerar los rasgos admirables de Peeta hace unos años fue realmente inspirador, una de las razones por las que Isabel y yo supimos que el nuestro es un volumen necesario, disculpad la falta de modestia. Isabel Clúa rinde homenaje a un autor muy añorado en “Masculinity and Heroism in Terry Pratchett’s Discworld: The Case of Good Captain Carrot” analizando cómo Carrot, el auténtico heredero al trono de Ankh Morpork, elige el servicio a la comunidad como policía en lugar del poder como monarca, manteniendo secreta su verdadera identidad.
La sección de ciencia ficción comienza con “Skywalker: Bad Fathers and Good Sons” de Brian Baker, un capítulo en el que el autor afirma audazmente que la imposibilidad de desintoxicar a los hombres de la familia Skywalker, desde Anakin hasta Kylo Ren pasando por Luke, resulta en la encarnación paradójica de la buena masculinidad en la heroína Rey (o de la bondad misma si se prefiere verla como una figura heroica no binaria). “Changing the Script of ‘Human Is’: Re-visioning the Good (Hu)Man in Philip K. Dick’s Electric Dreams” de Paul Mitchell considera la ironía por la cual, como narra este episodio, la masculinidad patriarcal de Silas Herrick se desintoxica repentinamente cuando su cuerpo es ocupado por una benévola entidad alienígena. En “Between Therapy and Revolution: Mr. Robot’s Ambivalence Toward Hacker Masculinity”, Miguel Sebastián-Martín examina otro caso de desintoxicación prometedora pero muy compleja que requiere la curación de una profunda división en la mente del héroe hacker.
Finalmente, la sección ‘cercanos a la vida’ reúne tres capítulos centrados en lo mundano, en lugar de la fantasía o la ciencia ficción. “A Few Good Old Men: Revising Ageing Masculinities in Last Tango in Halifax” de Maricel Oró-Piqueras y Katsura Sako defiende que el protagonista de esta aclamada serie de televisión británica, Alan Buttershaw (interpretado por Derek Jacobi) es un ejemplo de los buenos hombres mayores que han abrazado el cuidado de los demás y han revelado su vulnerabilidad al envejecer. Creo que Maricel y Katsura tienen mucha razón al llamar la atención sobre cómo los hombres mayores se han sometido a un proceso profundo de desintoxicación patriarcal que a menudo se pasa por alto. Mi propio capítulo “Let the Little Children Come to Me: Fred Rogers, the Good Man as TV Educator” es un homenaje a un buen hombre verdaderamente admirable, que asumió como su misión en la vida (y no sólo porque era un pastor presbiteriano) educar a los niños estadounidenses. Los mensajes de Rogers en apoyo del respeto mutuo siempre fueron mucho más radicales de lo que parecía. El capítulo de Isabel Santaulària “The Part of the Iceberg That Doesn’t Show: Romance, Good Husbands, and Mr Julia Child” reivindica a Paul Child como el gran buen hombre detrás de una gran mujer, una magnífica divulgadora de la buena cocina cuya carrera prosperó gracias a su apoyo.
Sé que se supone que los editores (o coeditores) no deben elogiar sus propios volúmenes, pero ha sido mi intención agradecer a nuestros colaboradores sus maravillosos capítulos. En el mundo académico español estamos obsesionados con regimentar a todos los investigadores en grupos de investigación financiados por el Ministerio, pero como espero que Isabel y yo hayamos demostrado, se puede realizar una investigación fructífera fuera de ese marco y a un coste muy bajo (Palgrave no cobra por publicar a diferencia de otras editoriales que podría mencionar). Concluiré señalando que estoy escribiendo este texto celebratorio en honor a nuestros colaboradores con la esperanza de que nuestro libro tenga éxito tras unirme a una manifestación en mi universidad contra un colega masculino muy tóxico cuyo mal comportamiento patriarcal ha tenido un recorrido desenfrenado durante años. La semana pasada, otro colega masculino recibió una condena a un año y medio de cárcel por haber acosado sexualmente a una estudiante de doctorado durante dos años. Es, así pues, extremadamente difícil sentir admiración por los hombres en este momento, tras verme rodeada de jóvenes estudiantes furiosos (tanto mujeres como hombres), cansados del poder muy evidente que todavía tiene el patriarcado y de lo que parece ser una tremenda reacción contra los derechos fundamentales. Estamos viendo en las noticias, además, demasiados reportajes sobre horribles violaciones grupales por parte de chicos menores de edad contra otros menores de edad, incluyendo chicos. Algo va terriblemente mal. Este sentimiento desalentador y la evidencia de tanta conducta criminal me convence aún más de que necesitamos con urgencia figuras masculinas positivas, tantos hombres buenos como podamos encontrar para que la toxicidad patriarcal finalmente se aborde y, con suerte, se elimine.