Esta entrada se me hace extremadamente difícil de redactar sin sonar quejumbrosa y a la defensiva, pero necesito escribirla, particularmente considerando que según parece no he tratado el tema de cómo los estudiantes valoran a los profesores en casi trece años blogueando. Así que allá vamos.

            Tengo acceso a la evaluación de los estudiantes de mi tarea como profesora en los últimos diez años, pero por lo que recuerdo, mi universidad lleva evaluando a los profesores muchos más años, aunque no recuerdo haber calificado a mis profesores jamás (me licencié en 1991). En mi universidad, las valoraciones de los estudiantes se utilizan principalmente como indicadores de problemas a resolver, pero no tienen un impacto negativo en nuestros salarios. La última vez que solicité un tramo o quinquenio de evaluación docente (así obtenemos un pequeño complemento salarial), el problema fue que no me habían calificado suficientes estudiantes (aprobé gracias a otros indicadores). Mi Departamento tiene el mayor porcentaje de participación estudiantil en la calificación docente de toda la Facultat, y aun así es solo del 35%. Nos han dicho que los estudiantes deben usar 15 minutos del tiempo de clase para calificarnos, como hacíamos en el pasado cuando las encuestas se hacían en papel en lugar de digitalmente en línea, pero no he visto este semestre más del 35% de mi grupo en clase, por lo que esta instrucción podría no cambiar nada.

            Los cuestionarios que utiliza mi universidad consisten en dos conjuntos de preguntas, una que se refiere a la asignatura de manera más general y otra que se refiere al rendimiento del profesor. Se puede ver fácilmente cuán problemático es este conjunto de preguntas, dejando de lado la cuestión de que no está vinculado en absoluto a la asistencia a clase de los estudiantes (sí, se puede ser valorado por alguien que nunca ha asistido a clase siempre que esté matriculado en la asignatura). Aquí están los problemas que veo en las preguntas sobre el curso:

1) ¿Se ha seguido el temario?: Si obtienes menos de 4 (la nota máxima), te quedas sin saber lo que los estudiantes piensan que falta.

2) ¿El material del curso está bien preparado y es útil?: ¿Qué material del curso? ¿Se refiere esto a las obras literarias , el manual u otros documentos?

3) ¿El sistema de evaluación está claramente descrito en la Guía Docente?: de nuevo, si obtienes menos de 4 puntos te quedas sin saber qué es lo que los estudiantes creen que falta en la guía y cómo mejorarla.

4) ¿Son adecuados los ítems de evaluación?: mismo problema, los puntos no son indicativos de ningún problema específico; algunos ejercicios pueden funcionar bien, mientras que otros no funcionan en absoluto.

5) ¿Es razonable la carga de trabajo del estudiante?: ¿Según qué tipo de estudiante? Creo que es prácticamente imposible obtener 4 puntos aquí a menos que la carga de trabajo del estudiante sea tan ligera que incluso los estudiantes menos comprometidos estén contentos. Si se obtiene una calificación muy baja, entonces claramente se necesita revisar la carga de trabajo, pero, nuevamente, ¿qué parte?

6) ¿Ha aprendido el estudiante ‘cosas’ (¡por favor!) valiosas para su educación?: ‘cosas’, no competencias o contenidos, sino ‘cosas’. Supongamos que los estudiantes responden que han aprendido mucho, como docentes seguimos sin saber en qué sentido. Pueden estar contentos con las habilidades y no con el contenido o viceversa.

            En cuanto a las preguntas sobre el docente, he aquí los problemas:

1) ¿El docente explica las cosas con claridad? Esto lleva a pregunta que habría que hacer a los estudiantes: ¿están todos los días en clase para juzgar este elemento? ¿Han hecho las tareas requerida para seguir las explicaciones del docente? ¿Están alerta y concentrados en clase?

2) ¿El profesor mantiene una buena comunicación con los alumnos? Esto es muy subjetivo, los profesores conectan con algunos estudiantes, y no con otros. Si esto se refiere a grupos enteros, pues como sabemos con algunos hay una muy buena sintonía desde el principio, con otros la comunicación es pobre desde el principio.

3) ¿El profesor tutoriza adecuadamente a los estudiantes en persona o en línea? No tenemos un sistema de tutorías, así que no sé lo que esto significa; tenemos normas para estar disponibles durante nuestro horario de oficina y por correo electrónico, pero no damos tutorías formales como tales (excepto en los TFGs y TFMs, que no se valoran mediante cuestionario).

4) ¿El profesor hace comentarios útiles basados en las actividades de evaluación (es decir, da buena retroalimentación)? Una vez más, esto requiere una pregunta invertida: ¿los estudiantes leen los comentarios que incluimos en los ejercicios y se fijan en las correcciones? ¿Siempre recogen los ejercicios una vez que han sido corregidos y evaluados?

5) ¿Es el docente globalmente un buen docente? Esta es una pregunta absurda porque el cuestionario debe estar diseñado para responder a esa pregunta sin que el estudiante exprese esencialmente una opinión directa. Aquí al estudiante se le pregunta básicamente ‘¿te gusta este docente?’

6) ‘He aprendido con este docente’: aquí se invita al alumno a decir sí o no, pero, sin duda, si aprendes con un profesor también depende de lo mucho que estudies, ¿no? Ni siquiera el mejor docente puede enseñar a un estudiante que no quiere aprender.

Creo que las valoraciones de los estudiantes solo pueden funcionar si al menos el 80% de la clase participa. Hay pocos incentivos para que los estudiantes que aprueban la asignatura respondan a las encuestas, y es muy posible que el 30% de los estudiantes que rellenan los cuestionarios sean los más insatisfechos. Las encuestas, por cierto, se realizan antes de que termine el año académico. Supongo que esto es para evitar que la calificación final condicione la evaluación del docente, pero esto es como valorar un producto en Amazon antes de que llegue a casa y lo veas (no estoy segura de que la analogía sea válida, pero espero que se entienda la idea).

No tengo ningún problema en admitir que estoy escribiendo este post porque este año he puntuado por debajo de los 3 puntos, un humilde 2’58. Hace dos años, en medio de la pandemia de la Covid-19, puntué 3’54, pero no sé cómo interpretar estas cifras. Mi metodología no ha cambiado, aunque algo que sí ha cambiado es el número de alumnos en clase: hace dos años evalué a 45, este año tenía 60 en mis manos, lo que significa menos atención personal, peor comunicación colectiva y en general más distancia entre la clase y yo (es la primera vez que no aprendo todos sus nombres). Sabía a medio semestre que aunque las cifras finales de la evaluación de los estudiantes no serían un problema (el 15% no ha aprobado, lo cual es habitual), la comunicación no estaba funcionando. Hubo una entrada en este blog que cayó mal, y mi insistencia en que la asistencia a clase es esencial solo llevó a una asistencia aún menor.

Ahora bien, lo que más me preocupa es que la evaluación del docente no se debate, ni en mi Departamento ni en la Facultad. Es muy posible que, por ejemplo, haya tendencias generales que desconocemos. No sé si mi caso es puntual, o más general, por ejemplo, entre mi grupo de edad. Reconozco que los resultados de los cuestionarios me han deprimido, pero me deprime aún más que no se me ha ofrecido ningún instrumento para mejorar mi rendimiento. No puedo preguntarle a ninguno de mis ahora antiguos alumnos qué salió mal, ya que esto nunca se hace y podría incomodarlos. Me siento un poco como una novia que ha sido abandonada y solo descubre al final de la relación con su novio que según él no iba bien, cuando ella pensaba que funcionaba casi todo.

No sé, en definitiva, qué cambiar y mejorar el próximo curso académico. Tal vez no necesito hacer nada, y la mala puntuación es solo una cuestión de mala química con un grupo de estudiantes, o tal vez es hora de reconsiderar en profundidad lo que he estado haciendo en los últimos años. Para que entendáis lo difícil que es mejorar la situación, copié de un profesor universitario estadounidense muy exitoso la idea de escribir un conjunto de reglas para los estudiantes y para mí que actuarían como un contrato, pero el documento cayó muy mal, dándome la reputación de ser una cursi mandona desde el primer día (lo sé por indirectas). También traté de ser más amigable presentándome a través de una breve biografía e invitando a los estudiantes a hacer lo mismo, siguiendo la sugerencia de este prestigioso docente. Sólo alrededor de 12 de 60 respondieron a mi mensaje.

Creo que puedo hacer principalmente dos cosas el próximo año para mejorar mi rendimiento, basándome en los comentarios de los estudiantes: 1) escribir un cuestionario específico que todos los estudiantes deben completar (después de que termine la evaluación), 2) establecer un sistema para que los estudiantes me envíen comentarios de forma anónima en cualquier momento del curso. Estuve en comunicación con el delegado de la clase este año, pero los comentarios que recibí no fueron lo suficientemente específicos, y nunca recibí ningún comentario positivo sobre lo que funcionó bien. No me importa si obtengo un 4 o un 2, no se trata de ser popular o admirada, sino de deshacerme de la impresión de que no tengo forma de hablar de lo que hacemos en clase mientras se enseña la asignatura. Insisto en que para mí esta es la cuestión principal.

Me gustaría enfatizar que como docente no califico el rendimiento de los estudiantes. Es decir, la nota final se basa en mi calificación de sus ejercicios, no en si son buenos o malos estudiantes, eso no tiene nada que ver porque no sé cuánto hacen en casa independientemente de mis clases. Los profesores, por el contrario, son evaluados sobre la base de impresiones subjetivas, al igual que todos evaluamos los servicios como clientes. Como tal, siempre estoy insatisfecha con los números, por lo que leo reseñas aparte de consultar la calificación de un producto o servicio. Los estudiantes también pueden agregar comentarios a sus cuestionarios, pero son muy pocos y, a menudo, muy crípticos (¿qué significa ‘La profesora es muy orgullosa’ o ‘La clase podría ser más dinámica’? como he visto en mis encuestas). Los números, en resumen, significan muy poco, y extiendo esto a la evaluación de los estudiantes, que no es nada sin los comentarios del docente para mejorar. Necesito esos comentarios más que la nota de mi valoración docente, y creo que los docentes necesitamos que la evaluación de los estudiantes deje de ser absolutamente anónima. No calificamos a los estudiantes de forma anónima, una práctica que en mi opinión no garantiza la objetividad en absoluto. Así pues, ¿por qué todas nuestras valoraciones son anónimas?

En todo caso, mensaje recibido y trataré de hacerlo mejor el próximo curso, aunque, como he dicho, aún no sé qué partes de mi rendimiento necesito mejorar. No estoy diciendo que no necesite mejorar nada; estoy más que dispuesta a cambiar lo que sea necesario cambiar, siempre que se puedan mantener estándares de aprendizaje altos. El problema es que la valoración que he recibido es totalmente inútil. Solo sé que a los estudiantes no les gusté mucho este año, pero mi objetivo no es ser popular, sino ser efectiva. Si puedo ser popular y efectiva pues genial, pero mi trabajo es asegurarme de que los estudiantes aprueban mis asignaturas, con suerte con Sobresalientes y Notables en lugar de Aprobados, y si necesito ser más estricta y menos simpática para eso, que así sea.

Como dije, esta ha sido una entrada difícil de escribir sin sonar quejumbrosa o la defensiva. Con disculpas, creo que no lo he conseguido.