Hace unas semanas, tuve el gran placer de ayudar a consolidar la carrera académica de un joven y brillante académico, Pablo Gómez Muñoz, cuyo excelente volumen Science Fiction Cinema in the Twenty-First Century: Transnational Futures, Cosmopolitan Concerns (Routledge, 2023), recomiendo encarecidamente. Pablo, que trabaja desde hace unos años en la Universidad de Zaragoza, recibió un contrato indefinido (no es lo mismo que la titularidad como funcionario) por parte de un comité al que fui invitada.

            Es simplemente maravilloso encontrarse con jóvenes académicos (él tiene ahora tan solo 34 años) con una carrera tan sólida, aunque al mismo tiempo es desalentador ver lo absurdas que son las calificaciones requeridas para la titularidad. Estoy 100% segura de que muchos de los catedráticos que obtuvieron sus puestos hace 20 o 30 años no obtendrían hoy plaza ni de titulares, y esto es simplemente injusto para las generaciones más jóvenes. También tengo la impresión de que, aunque se han elevado los estándares y, lógicamente, las personas a las que se les otorgan contratos permanentes o plazas de titular están mucho mejor capacitadas, son las mismas personas que habrían entrado bajo cualquier otro sistema anterior. La universidad hace que todo sea más difícil para ellos, aunque reconozco que ahora es más complicado para los académicos mediocres acceder a una titularidad.

            De todos modos, mi tema de hoy no es ese, sino los Estudios Cinematográficos. El contrato que ganó Pablo es para un puesto con un perfil en ese área (docencia e investigación) dentro de los Estudios Ingleses. Esto es muy insólito y, que yo sepa, una singularidad del Departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Zaragoza, un departamento que, en mi humilde opinión, es el mejor de España al menos en lo que a Literatura y Cultura se refiere, sin duda gracias al trabajo que allí hizo la profesora emérita Susana Onega. Soy plenamente consciente de que la hierba siempre se ve más verde al otro lado de la valla, pero lo cierto es que la Prof. Onega ayudó a Celestino Deleyto a convertirse en el primer profesor titular y más tarde catedrático de Estudios Cinematográficos y Literatura Inglesa en España. De ahí la singularidad zaragozana.

            El Prof. Deleyto presentó su tesis doctoral sobre el dramaturgo Harold Pinter en 1986 y, según se aprecia en Dialnet presentó en el congreso nacional de la AEDEAN de 1988 una ponencia sobre el guión de Pinter para la adaptación de la obra de John Fowles La mujer del teniente francés (el tema de mi propia tesina de doctorado de 1992). Asumo pues que la investigación de la adaptación cinematográfica fue su estrategia para abrirles el camino a los Estudios Cinematográficos en su departamento. A principios de la década de 1990, cuando lo conocí, ya era conocido como el principal especialista en Estudios Cinematográficos dentro de los Estudios Ingleses en España. Las numerosas tesis que ha dirigido y los grupos de investigación que ha dirigido (véase Cine, Cultura y Sociedad) han impulsado las carreras de otros especialistas en Estudios Cinematográficos de Zaragoza, como Beatriz Oria, Elena Oliete, Marimar Azcona, Luis M. García-Mainar, Juan Tarancón, Vicky Luzón, Hilaria Hoyo y, ahora, la generación más joven a la que pertenecen Pablo Gómez o Mónica Martín. Personalmente, le estoy muy agradecida al Prof. Deleyto, ya que su trayectoria siempre ha sido un ejemplo para mí y su trabajo dentro de los Estudios Cinematográficos ha legitimado mis propias incursiones en el campo como docente e investigadora de películas de ficción, documentales y series de televisión.

            Tal y como he podido saber por la presentación de Pablo de su proyecto docente, el grado en Estudios Ingleses de la Universidad de Zaragoza, cuenta con dos asignaturas semestrales obligatorias denominadas “Comentario de Textos Audiovisuales en Inglés” (I y II), ambas impartidas en segundo curso. La lista de asignaturas optativas de tercer y cuarto curso incluye “Tendencias y contextos del cine anglófono” (I y II). Me maravilla que el Prof. Deleyto haya conseguido la hazaña de que estas cuatro asignaturas sean aceptadas por su departamento, y al mismo tiempo lamento profundamente que esto no sea estándar para todas las titulaciones de Estudios Ingleses en España.

            Yo misma he enseñado un par de veces asignaturas sobre la adaptación cinematográfica, pero usando la etiqueta de Estudios Culturales, y he estado enseñando cine en el curso de máster, pero usando Estudios de Género como etiqueta paraguas. Nunca he propuesto que incluyamos asignaturas similares a las que se imparten en Zaragoza porque la Literatura es una prioridad absoluta para mis compañeros, y ya ha sido bastante difícil introducir y mantener las asignaturas de Estudios Culturales y Estudios de Género (me preocupa mucho que los Estudios Transnacionales desaparezcan de la Licenciatura y la Maestría tras la jubilación de mi querida compañera Felicity Hand).

            Les describí a mi clase de máster mi visita a Zaragoza y la contribución del Prof. Deleyto a los Estudios Ingleses, porque quería que supieran por qué les estoy enseñando una asignatura sobre cine. Da la casualidad de que tengo entre mis alumnos a una graduada en Ciencias de la Comunicación por la Universitat de Barcelona (grado ahora rebautizado como Comunicación e Industrias Culturales). El grado actual tiene una asignatura de segundo año llamada “Cine e Industria Cultural” aunque, por lo que veo, no ofrece asignaturas optativas de Estudios Cinematográficos. En mi propia universidad, donde el grado se llama “Comunicación Audiovisual”, hay una asignatura de segundo curso con la etiqueta “Historia del cine” y dos optativas, que se llaman “Géneros cinematográficos” y “Teoría y análisis cinematográfico”. Comenté con mis alumnos cómo, allá por 1984, cuando estaba eligiendo carrera, asumí que los Estudios de Cine existían en España y fui directamente a la Facultad de Comunicación de la UAB, donde me dijeron que la única carrera que se impartía entonces (incluyendo periodismo y publicidad) tenía una sola asignatura sobre cine. Nada ha cambiado, pues, desde entonces. Me pasé a Filología Inglesa porque me encanta el idioma inglés y la lectura, pero siempre me he sentido frustrada por no tener un título en Estudios Cinematográficos.

            Mi alumna del máster, Meri, nos explicó que su experiencia era similar a la mía: quería formarse en Estudios Cinematográficos, pero se encontró con que no había un grado y, tras su estancia en la UB, ahora está en la UAB para cursar un máster en Estudios Ingleses. También nos contó la decepción que sintieron muchos de sus compañeros de clase, que cursaron el grado asumiendo que podían formarse así para ser directores de cine, solo para descubrir que las asignaturas prácticas son muy escasas. Si quieres ser director de cine (o de series), tienes que asistir a una de las costosas escuelas privadas, como ESCAC (aunque veo que ESCAC ofrece ahora una licenciatura en Dirección de Cine, en asociación con la UB, tal vez eso sea nuevo). En cualquier caso, en España no existe ningún grado en Estudios Cinematográficos, tal y como se entienden en las universidades anglófonas, ni a nivel de máster.

            Esto tiene extrañas consecuencias. La producción académica en Estudios Cinematográficos suele estar ligada a las Facultades de Comunicación, cuyos investigadores se ocupan de las películas independientemente del idioma en el que se hablen. En Estudios Ingleses, en cambio, limitamos nuestra producción académica a películas y series habladas en inglés. Comentando esta situación con el Prof. Deleyto durante mi visita a Zaragoza, me dijo que esto constituye un obstáculo, ya que está en contacto sobre todo con especialistas en Estudios Cinematográficos que no están limitados por el idioma. En mi propia asignatura de máster sobre los niños en el cine, finalmente he excluido de nuestra lista The Quiet Girl, una hermosa película hablada principalmente en gaélico irlandés, tal como he excluido otras películas maravillosas como Monstruo (en japonés) o Close (en francés). Aceptaría tesinas de grado y máster o tesis de doctorado que comparen tradiciones cinematográficas, pero el texto principal debería estar en inglés, porque practico Estudios Ingleses. El Prof. Deleyto está considerando romper la barrera del idioma, lo cual está absolutamente bien, dada su posición y experiencia, pero ambos sabemos que si alguno de nosotros dentro de Estudios Ingleses publica estudios de películas no habladas en inglés, corremos el riesgo de que nuestras publicaciones sean rechazadas en la evaluación de nuestra investigación, que funciona por áreas. Así que, sí, se puede hacer, pero como un extra.

            Le pregunté al profesor Deleyto si su labor académica había sido cuestionada alguna vez por algún estudioso de las Facultades de Comunicación de España, y me respondió que nunca fue así, pero que sí había sido criticado por colegas especializados en Historia del Arte. Por lo que veo, el grado correspondiente en Zaragoza incluye una asignatura obligatoria de tercer curso llamada “Cine y otros medios audiovisuales” y las optativas de tercero-cuarto curso “Géneros audiovisuales” y “Cine español”. El Grado en Historia del Arte de la UAB tiene una asignatura obligatoria de segundo curso llamada “Teoría y lenguaje del cine” y una asignatura optativa llamada “Fotografía y cine: clasicismo y posmodernidad”. No se puede decir, pues, que los Departamentos de Historia del Arte (al menos en Zaragoza y en la UAB) estén muy interesados en el cine.

            La paradoja es que la conversación que todos deberíamos tener en España sobre por qué no tenemos Estudios Cinematográficos tal y como existen en las universidades anglófonas llega demasiado tarde. Netflix comenzó sus servicios de streaming en 2008, hace ya 16 años, y esto significa que los estudiantes sentados en nuestras aulas han sido criados con una dieta en su mayoría de series. Tienen un interés mucho más limitado por el cine, problema del que no tienen la culpa al 100%. Atrás quedaron los tiempos en los que TVE nos educaba con su didáctica programación de películas, desde los westerns de los sábados por la tarde hasta los ciclos nocturnos de cine de arte y ensayo en La2 (o UHF como se llamaba). Seguimos asumiendo que el aprendizaje de la literatura debe formar parte del currículo de secundaria, pero el cine está muy lejos de integrarse en un momento en el que, como digo, los adolescentes pasan el tiempo de ocio que tienen aparte de las redes sociales, viendo series (o jugando a videojuegos). No he enseñado ninguna asignatura sobre series aún, pero ya he supervisado tesis de grado y máster, y supongo que habrá más por venir.

            Si te estás preguntando cuál es la utilidad de ofrecer un grado o máster en Estudios Cinematográficos en este momento, mi opinión es que deberían existir, al menos a nivel de máster. Por Estudios Cinematográficos me refiero la formación académica en el análisis de películas y series, quizás incluso de videojuegos, no a la formación para producirlos. También creo que los textos audiovisuales deberían estar presentes en todas las titulaciones de Estudios Ingleses, aunque por supuesto esto significa hacerles sitio y excluir otras asignaturas, la gran manzana de la discordia.

            Gracias de nuevo, Celestino, por tu ejemplo y por ayudarnos al resto de nosotros a legitimar nuestro trabajo en los Estudios Cinematográficos. Y buena suerte, Pablo, ¡mis mejores deseos para tu gran futuro académico!