Como anuncié en la primera entrada de este curso, he lanzado una nueva edición del club de lectura del Departamento. Mi colaboradora, Felicity Hand, y yo visitamos una serie de aulas hace un par de semanas para presentar el club, y enviamos a todos los estudiantes un mensaje a través de los coordinadores de Grado y Máster. El resultado es que ahora tenemos 75 miembros, desde el primer año hasta el máster, de los cuales 25 asistieron ayer a la primera reunión.

            A diferencia de otros clubes de lectura, decidí tener primero una reunión general, solo para que los participantes contactaran entre sí, y comenzar la tarea de leer novelas justo después de este encuentro. Nuestra primera reunión para debatir una novela, así pues, será el próximo 6 de noviembre, aunque el foro correspondiente en el aula Moodle ya está abierto, para aquellos que quieran comenzar a hablar ya de Little Fires Everywhere. También he abierto foros para recomendaciones y noticias, y para compartir lo que los participantes están leyendo actualmente. No tengo ni idea en este momento de cuántos miembros se unirán realmente a las reuniones mensuales, pero en comparación con el año pasado, éste es simplemente un comienzo espectacular.

            En la reunión de ayer, mi colaboradora y yo circulamos entre las participantes, que estaban sentadas en pequeños grupos, según ellas se distribuyeron, e hicimos preguntas sobre sus preferencias como lectoras y sobre cualquier recomendación que pudieran tener. Pedimos a las participantes que se movieran y hablaran con otras personas y, para nuestra sorpresa, formaron poco a poco un gran círculo integrándolas a todas. Fue muy agradable tener a nuestra disposición la gran sala de usos múltiples en la Sala de Revistas de la biblioteca. También para nuestra sorpresa, y regocijo, una vez que las participantes del club terminaron de hacer recomendaciones, comenzaron a comentar los libros que más odian. Yo no termino los libros que no me gustan, a menos que tenga que leerlos para mi docencia o investigación, o si estoy particularmente interesada en demostrar que los he leído (aunque sea a mí misma). Sin embargo, una de las participantes comentó que había terminado una novela particularmente horrible para fastidiar a la autora y a los personajes. Irónicamente, las novelas mencionadas como las más odiadas eran las favoritas de otras miembros. Ya pasa…

            Las estudiantes de nuestro Departamento son aproximadamente 85% mujeres y 15% hombres, disculpad mi binarismo, y, por lo tanto, no es sorprendente que esta proporción se refleje en la membresía del club. Ayer, prácticamente todas las asistentes eran mujeres y optaron sobre todo por comentar y recomendar libros también de mujeres, o sobre ellas. También se recomendaron libros de autores masculinos, pero noté que la mayoría de las novelas citadas como muy desagradables eran de hombres. Para el club de lectura, he elegido cuatro novelas de mujeres y dos de hombres, pero es obvio que el título que ha atraído a la mayoría de las participantes al club es la novela de Taylor Jenkins Reid Los siete maridos de Evelyn Hugo, sin duda, una novela que tiene muchas más probabilidades de agradar a las mujeres que a los hombres.

            Nosotras, las lectoras, siempre nos hemos quejado de que hemos leído cantidades ingentes de libros escritos por y para hombres, sin que ellos hayan devuelto el favor. Quizás por ello y tal como van las cosas, bien podría ser que en una generación los libros masculinos ocupen un lugar secundario en relación a los de autoras femeninas, tanto en número de autores como de lectores. Habréis notado que me refiero a los libros en general, no a la ficción, porque para mi deleite algunas de nuestras orgullosas lectoras mencionaron títulos de no ficción. Ésta es también un área en la que la escritura de las mujeres ocupa un lugar destacado y está atrayendo a muchos lectores. Si la no ficción para jóvenes logra crecer, como debería, podríamos ver cambios aún más profundos en las preferencias de las lectoras por la escritura femenina (que sí existe sin ninguna duda como categoría estética).

            Las recomendaciones de las participantes del club fue variada, pero una cosa que pronto notamos fue que se mostraban tímidas a la hora de compartir su gusto por la ficción de género. Esto es comprensible, porque al no conocer nuestras propias preferencias por la ficción detectivesca (en el caso de Felicity Hand) y la ciencia ficción (en mi caso), deben haber asumido que solo leemos ficción literaria y otros géneros afines. Ése nunca ha sido mí caso. Como estudiante, siempre mantuve a mano un libro para leer por diversión, que solía ser de género, pero que solo me permitía leer después de haber leído lo que debía para la clase. Sigo haciendo lo mismo. Ahora, por ejemplo, estoy leyendo mucha ciencia ficción para un libro en el que estoy trabajando, pero tengo otros que no tienen nada que ver para cuando quiero leer sin el lápiz en la mano. Las participantes del club distinguieron muy esmeradamente entre lo que leen por razones escapistas, decían, y lo que leen para clase. Se equivocaron al creer que los géneros ‘escapistas’ son algo de lo que avergonzarse, y por ello nos esforzamos en corregir esa falsa impresión, pero el hecho es que sin duda existen dos categorías de lectura, siempre y cuando se sea estudiante o investigador. Lo curioso es que esas categorías son intercambiables; es decir, cada vez que trabajo en ficción de género, como hago ahora, guardo para los momentos de escapismo ficción o no ficción literaria, de modo que puedo acabar leyendo a Michael. Ondatjee para divertirme y a Stephen King por trabajo.

            Como profesora de Literatura, lo que quizás me resulta más difícil del club de lectura es, precisamente, separar las estrategias para leer por diversión de la metodología para el aula. No he programado el club de lectura como programo una asignatura, pero pienso que preparar las preguntas para el debate no es nada fácil. La novela de Ng Little Fires Everywhere es uno de las preferidas en los clubs de lectura, y es muy fácil encontrar en internet listas de preguntas para debatirla. Inicialmente, pensé que las usaría para simplificar mi trabajo como organizadora del club, pero una vez que leí la novela, que me ha gustado, decidí formular mis propias preguntas. Para mi sorpresa, terminé escribiendo docenas, algo seguramente del todo erróneo en términos de lo que necesita un club de lectura; sin embargo, con tantos miembros, he querido abrir la conversación en tantas direcciones como fuera posible. Tuve que decirme a mí misma mientras escribía las preguntas que tenían que incitar a la opinión más que al análisis, regla no tan sencilla de obedecer cuando se es una profesora de Literatura acostumbrada a la lectura minuciosa. Esa es posiblemente una buena razón por la que los profesores de Literatura no deberían dirigir clubes de lectura, pero alguien tiene que hacerlo en mi Departamento.

            Me pregunté, por ejemplo, si llamar la atención sobre la aversión de la autora a mencionar la raza de su protagonista Mia Warren es adecuado para un club de lectura, o más bien un tema para la clase de Literatura. No lo sé, ya que mi propia participación en clubes de libros se limita a tres sesiones como participante en uno sobre ciencia ficción. Por lo que se refiere a otros aspectos de Little Fires Everywhere, soy consciente de que un club de lectura no tiene que fijarse en la cronología interna de las novelas, o los detalles de del trasfondo sociocultural, o incluso los agujeros de la trama, pero he preparado para los miembros del club notas sobre todo esto. La novela de Ng está ambientada en 1996-7, antes de que nacieran los lectores del club, y me di cuenta de que aunque algunas alusiones son añaden una nota menor (como los modelos de automóviles que conducen los personajes principales o la música que aman), otras son más significativas. Por ejemplo, los ricos hermanos Richardson miran religiosamente el show de Jerry Springer (1991-2018), utilizando este programa de entrevistas sensacionalista para observar a la clase social baja que vive lejos de su próspera urbanización.

            Ayer lo pasé de maravilla hablando de libros con las 25 Orgullosas Lectoras del club (¡ese es nuestro nombre: Proud Readers!) durante casi dos horas, y espero divertirme mucho más con ellas y todos lo demás, tanto en línea como en persona. En contraste, el tea party que Felicity y yo habíamos planeado para inaugurar nuestra nueva sala de profesores en el Departamento ni comenzó. Habíamos invitado a nuestros colegas a venir para hablar de nuestra investigación, ya que nunca lo hacemos. Es posible que escogiéramos la fecha equivocada ya que las clases habían sido canceladas para una feria de actividades en la UAB, o simplemente porque nuestros compañeros tenían otras citas urgentes pero lo cierto es que no funcionó en absoluto. Vamos a intentarlo el próximo mes de nuevo, en un día diferente de la semana ahora que tenemos las galletas y la tetera. Tal vez no debería haber mencionado la investigación en mi invitación, y debería haber invitado a nuestros colegas a disfrutar de nuestra mutua compañía, no sé. El caso es que una universidad de campus como la UAB, que no tiene alojamiento para profesores, tiene la enorme desventaja de que todos vivimos bastante lejos y nos apresuramos a ir a casa tan pronto como podemos. Quizás la próxima convocatoria vaya mejor.

            En cuanto al club de lectura, espero que prospere. Estaría muy contenta si 20 participantes logran leer todos los libros y unirse a todas las sesiones. Si funciona, el siguiente paso será abrirlo a todos los estudiantes de la UAB, y solicitar que sea reconocido oficialmente como una actividad por la que los estudiantes puedan obtener al menos 3 ECTS (lo mismo para mí, 1 ECTS no puede compensar todo ese trabajo). La burocracia llama a mi puerta…

            Mientras tanto, por favor, Orgullosos Lectores, seguid leyendo, tanto por diversión como por estudio.