El objetivo principal de la excavación arqueológica consiste en registrar la ubicación de los hallazgos para, de esta forma, reconstruir las prácticas sociales realizadas en el pasado. En el caso de la cueva de Es Càrritx, la delicadeza y fragilidad de muchos de los objetos requirió la participación de personal cualificado en conservación, así como la puesta en marcha de métodos novedosos de recogida de información.
Un yacimiento arqueológico tan excepcional requería métodos de trabajo poco corrientes. Con el fin de registrar detalladamente toda la información sobre la disposición de los hallazgos, se ideó un sistema basado en la toma de imágenes con cámaras digitales.
La extracción de los hallazgos arqueológicos se realizaba con la ayuda de fichas de campo elaboradas a partir de impresiones en papel de cada una de las imágenes digitales.
En total, la excavación de la Sala 1 proporcionó unos 30.000 restos óseos humanos, más de 4.000 fragmentos cerámicos, 170 objetos de metal enteros o incompletos, 2 centenares de cuentas de fayenza, unos 200 botones de colmillo y hueso, además de un número menor de piezas de hueso, piedra o madera. A partir de aquí comenzó el estudio científico de todos estos hallazgos, a cargo de profesionales especializados.
Este registro por cuadrículas proporcionó la posibilidad de restituir toda la planta de los niveles superficial y final, mediante el ensamblaje de las distintas imágnes individuales como si se tratara de un puzzle. Para abordar la fotocomposición de la imagen de la Sala 1 se requería un tratamiento digital específico.
A fin de preservar las zonas que todavía no han sido investigadas, se tapió la entrada de la cueva de Es Càrritx