Las investigaciones recientes en el yacimiento menorquín de la cueva de Es Càrritx han proporcionado informaciones muy valiosas sobre la sociedad y los rituales funerarios de la época comprendida entre 1400 y 800 antes de nuestra era.

Sabemos que cada cueva acogía a los miembros de un grupo unido en vida por relaciones de parentesco.

2. La mortalidad infantil era bastante alta, de forma que tan sólo dos de cada tres criaturas alcanzaba la adolescencia.

3. Mujeres y hombres de todas las edades tenían el derecho a recibir sepultura, con la excepción de las criaturas fallecidas al nacer cuyo destino final ignoramos.La esperanza de vida de los hombres rondaba los 34 años, mientras que la de las mujeres era ligeramente inferior, seguramente debido a los riesgos derivados de la gestación y el parto.Hay que señalar que no pocos hombres y mujeres superaron la cincuentena.

4. Sabemos también que la dieta de estas poblaciones se basaba en el consumo de alimentos de origen animal, complementados con un aporte vegetal diversificado (frutos, verduras, cereales).

5. Existía una marcado dimorfismo sexual. (mujeres entre 1,55 m-143 m; hombres entre 1,57 m y 1,70 m).

6. Pese a que la caries era prácticamente desconocida, la higiene dental era deficiente, lo cual acarreaba la formación de placas de sarro y, en muchas ocasiones, la caída prematura de piezas dentarias.

7. La mayor parte de las enfermedades y lesiones tuvieron como origen las actividades de la vida cotidiana.

8. Son de destacar los problemas articulares ocasionados por sobreesfuerzos físicos y, sobre todo, llama la atención la abundancia de traumatismos y deformaciones en los huesos de los pies como consecuencia de marchas prolongadas a través de terrenos agrestes. Este hecho se relaciona con la práctica del pastoreo de cabras y ovejas, una actividad ya documentada a través del análisis de las porciones de carne depositadas como ofrendas funerarias.

9. El análisis de los esqueletos nos informa también de la ausencia de privilegios en el consumo de alimentos por razón del sexo.

Este panorama de igualitarismo en las relaciones sociales coincide con lo observado en el propio desarrollo del ritual funerario. Así, las escasas ofrendas realizadas (una prenda de ropa, unos pocos adornos, algunas porciones de carne) tampoco revelan desigualdades en el acceso a la riqueza.