Años después del 800, cuando habían cesado ya los enterramientos en la Sala 1, la pared del barranco situado por encima de la entrada de la Cova des Càrritx se desprendió con estrépito, provocando la obturación casi completa de la cavidad. Los restos arqueológicos posteriores a este momento resultan muy escasos. Los más importantes son un conjunto de piezas de madera, la mayoría de pino y aladierno que fueron a parar a la Sala 1 en las postimetrías del siglo V. a.n.e. Estos componentes formaron parte de un mueble que quizás fue abandonado sobre los cascotes de lo que un día fue la entrada murada junto con algunos huesos humanos. Estos constituyeron un testimonio fragmentario de las prácticas funerarias retomadas en las Baleares en el periodo postalayótico, años después de que la sociedad que construyó los monumentos talayóticos entrase en crisis.